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La reducción en el ritmo de deslocalización de empresas en Europa, y la ampliación del servicio de Bicing, que cubrirá las 24 horas del día.
EL Observatorio Europeo de la Reestructuración (ERM, por sus siglas en inglés) detecta que en la Unión Europea se reduce notablemente el ritmo de deslocalizaciones de empresas. Bajó mucho durante la crisis y sigue a la baja pese a la recuperación. Este cambio de tendencia es un fenómeno nuevo en el mundo globalizado que se sigue de cerca desde los centros de investigación económica.
Según los datos que analiza el citado observatorio, entre el 2003 y el 2007 la deslocalización representó el 7% del total de puestos de trabajo destruidos en el conjunto de la Unión Europea. Dicha cifra se redujo al 4% en la fase más aguda de la recesión, entre los años 2008 y 2010, y siguió descendiendo hasta situarse por debajo del 3% en los años 2015 y 2016.
El mismo estudio indica que en la industria manufacturera –que es el sector de mayor importancia y más expuesto a la deslocalización– el número anual de casos registrados desde el 2010 representa menos de la mitad del declarado con anterioridad a la crisis. El porcentaje en pérdida de empleos por reestructuración en el sector manufacturero relacionada con la deslocalización ha disminuido del 12% al 8%. La mayoría de las pérdidas de puestos de trabajo –en concreto el 60%– ha afectado a tres subsectores manufactureros: el de la fabricación de vehículos de motor, el de la electrónica –televisores, ordenadores y teléfonos móviles– y el de productos eléctricos como electrodomésticos. Por su parte, la deslocalización en los servicios y en otros sectores, en contra de lo que hace años se había pronosticado, se ha mantenido muy por debajo de la correspondiente al sector manufacturero y ha disminuido de manera continua.
El Observatorio Europeo de la Reestructuración no entra a analizar en profundidad las causas del retroceso de la tendencia hacia la deslocalización que se registra. Se limita a atribuirlo a la debilidad del crecimiento económico mundial y al aumento de la incertidumbre con relación a la situación de expansión anterior a la crisis.
Durante la crisis, sin embargo, se han producido una serie de fenómenos relevantes que pueden hacer influido en la citada tendencia empresarial. El primero es la intensa contención salarial, cuando no devaluación, que se ha registrado y que ha contribuido a frenar decisiones de traslado de centros productivos hacia países de mano de obra más barata. Junto a ello ha tenido lugar, igualmente, un importante avance de la robotización y automatización de procesos, que reducen los costes sustancialmente y que, a la vez, exigen un mayor nivel de formación del personal, que es más fácil de encontrar en los países de origen.
La amenaza para el empleo, de cara al futuro, parece que no radica ya tanto en la deslocalización de los centros de producción a países con mano de obra más barata, pese a las campañas iniciadas por Donald Trump, que llegan tarde, sino en los robots. Recientes estudios indican que el 38% de los trabajos en Estados Unidos están en riesgo de ser reemplazados por robots y por inteligencia artificial en los próximos quince años, un porcentaje que en Alemania es del 35%. La OCDE también sitúa a España entre los países más afectados por el fenómeno.
El mercado laboral está sometido a una profunda reestructuración, que acaba de iniciarse, como demuestran los datos de menores deslocalizaciones empresariales, y que abre un horizonte que, pese a las amenazas, ofrece nuevas oportunidades para puestos de trabajo de mayor formación y valor añadido.