Incendiado un campamento francés de migrantes tras una reyerta masiva
Grande-Synthe, cerca de Dunkerque, estaba saturado desde el cierre de Calais
Una batalla campal entre migrantes kurdos y afganos permite al FN cargar contra los extranjeros
El campo de migrantes de Grande-Synthe, al este de Calais, en las afueras de Dunkerque, fue devorado anteanoche por un incendio. El siniestro fue la culminación de una pelea entre migrantes kurdos iraquíes y afganos que degeneró con las horas en batalla campal. El campamento, que abrió sus puertas en marzo del año pasado como alternativa al vecino miserable camping de Basroch, un poblado de tiendas de campaña en medio de un lodazal, ha sido convertido en cenizas por sus propios usuarios.
Grande-Synthe fue levantado por organizaciones como Médicos sin fronteras con la buena disposición del alcalde de la localidad, el verde Damien Carême. Estaba compuesto por unas 300 cabañas de madera y contaba con los servicios mínimos de calefacción y aseos. Previsto para 700 personas, a razón de unas dos por cabaña, albergaba a 1.500.
La concentración de las cabañas de madera justificó dudas sobre las condiciones de seguridad del campamento, desde el mismo momento de su inauguración.
Los incidentes comenzaron el lunes por la tarde con una pelea menor entre dos bandas de afganos y kurdos, en la que seis personas resultaron heridas por arma blanca. Tras la intervención de los antidisturbios, la reyerta se retomó, incrementada, sobre las nueve de la noche: unos 600 jóvenes, del total de 1.500 albergados, participó en ella. Fue entonces cuando se detectaron varios focos de incendio. A la una de la madrugada la situación se había hecho insostenible y la policía ordenó la evacuación del campamento. Más de 200 cabañas habían sido destruidas por las llamas.
“Nuestros voluntarios ya nos advertían de que las tensiones estaban aumentando desde hacía semanas por causa de la sobrepoblación del campo”, explicó François Guennoc, vicepresidente de una de las asociaciones asistenciales del lugar.
Según diversos testimonios, el motivo de las tensiones era el incremento del contingente de jóvenes migrantes afganos que llegaron a Grande-Synthe cuando el célebre campamento improvisado en Calais fue clausurado en octubre del año pasado. En las cabañas, de siete metros cuadrados, vivían hasta cinco personas. En noviembre ya hubo una pelea con un herido grave por arma blanca y el 6 de abril hubo un intento de cortar la autopista con árboles abatidos.
Setecientas personas han sido albergadas en tres polideportivos de la ciudad, pero otras 900 carecen de albergue, entre ellos 120 menores de los que ayer tarde se había perdido la pista. A las 11 de la mañana un centenar de afganos fueron interceptados por la policía cuando se dirigían a Calais junto a la vía férrea. Dos ministros del Gobierno, el del Interior y la de Vivienda, se presentaron ayer en Grande-Synthe
Este incidente se ha producido a doce días de la primera vuelta de unas elecciones presidenciales que arrancaron como rutina y se han tornado en imprevisibles. Hasta el día de hoy, los problemas políticos centrales, desempleo, desigualdad, fiscalidad, Europa y soberanía nacional, se han impuesto en el debate de la campaña electoral, claramente por delante de los temas propiciados por la ultraderecha y frecuentemente promocionados por los medios de comunicación: identidad, emigración, seguridad, islam. Esta situación ha deslucido la imagen del ultraderechista Frente Nacional. Por eso, ayer, Marine Le Pen dio la bienvenida al incidente de Grande-Synthe, con un comunicado de su partido que hablaba de las “peleas entre emigrantes” como “señal del gran caos migratorio en el que está inserto nuestro país desde hace años”.