Naufragio
Cuando se produce sin prólogo, y más cuando abraza a una mujer joven y audaz, la muerte es siempre bella
La muerte es el mejor edulcorante social, la gran fábrica de almíbar político, el último reducto del consenso. Carme Chacón conoció el éxito encarnando tenazmente las primeras ráfagas de cambio generacional que afectaron a las gentes de la transición. Su generación encontró facilidades. Cabalgaba sobre la ola de la burbuja económica. Y no cuestionaba el legado anterior (al contrario: ella fue arropada por Felipe González, como una hija que recibe la herencia en vida del padre).
Las innovaciones que la generación de Chacón promovió fueron esencialmente formales, aunque de gran impacto simbólico. Como cuando, con el vientre de embarazada, ella daba órdenes a militares de alta graduación: aquel símbolo era descaradamente posmoderno, pues hacía hincapié en el contraste retórico entre la mujer, que está gestando la vida, y las armas militares, tradicionalmente asociadas a la muerte. Ciertamente, contribuía a reforzar el papel de la mujer en nuestra sociedad. Pero era una contribución artificiosa: no conectaba de manera creíble con las mujeres reales, obligadas a combatir en condiciones de profunda desigualdad en las trincheras laborales. Por otro lado, la feminidad de las mujeres del gobierno Zapatero no cuestionaba ninguna de las nuevas esclavitudes que se imponen a las mujeres de hoy: obligadas, no sólo a compaginar éxito profesional y responsabilidad familiar, sino también forzadas a perseguir la elegancia y la belleza, a triunfar sobre el paso del tiempo.
La crisis económica cayó como un gran meteorito sobre nuestra vida pública y los españoles quedaron enterrados bajo una espesa niebla de polvo. En medio de esta niebla se produjeron todo tipo de extinciones: miles de trabajadores perdieron la esperanza; muchos universitarios fueron condenados al exilio o a la precariedad; las limitaciones presupuestarias sobreexcitaron el viejo pleito territorial. En este contexto, mientras las víctimas sociales de la crisis generaban una empatía mediática, los políticos se convirtieron en el pararrayos de todas las frustraciones.
Una segunda generación de cambio, bastante más dura que la precedente, se llevaba por delante el sistema bipartidista. En Catalunya, una gran corriente soberanista, que se arrepiente del pacto de la transición y pretende empezar de cero, ha reducido el PSC a piel y hueso. La ruptura del consenso constitucional también afecta a las jóvenes generaciones españolas, que, a través de Podemos, expresan la indignación de las víctimas afectadas por crisis y asqueadas por la corrupción.
A pesar de su relativa juventud, Chacón formaba parte de la época en la que los gestos mediáticos habían sustituido las ideologías. Pisó con tacones finísimos las más altas moquetas de la OTAN, pero había sido abandonada en el desván de la vieja política. La muerte la ha rescatado. Especialmente cuando se produce sin prólogo, y más aún cuando abraza a una mujer joven y audaz, la muerte es siempre bella. Sugestiona. Ya lo decían los clásicos: si la muerte de los viejos es un llegar a puerto, la de los jóvenes es un naufragio.