Más Bicing
Amediados de marzo se cumplieron diez años de la inauguración del Bicing, es decir, de la red urbana de bicicletas compartidas de Barcelona. La del Bicing es la historia de un éxito. Lo que empezó con 1.500 bicicletas y 96 estaciones se convirtió, un año después, en un sistema que integraba 6.000 bicicletas y 384 estaciones. Actualmente, el número de personas abonadas a este servicio ronda las 100.000. Y a estas bicicletas convencionales se han sumado además las eléctricas, que ofrecen un servicio complementario, también muy apreciado.
Las razones de este éxito son varias. Por una parte, una mayor conciencia medioambiental, que lleva a muchos ciudadanos a apreciar las ventajas de un transporte limpio. Por otra, una renovada afición a las dos ruedas. Por último, y acaso más relevante, está la comodidad del servicio: permite abreviar los desplazamientos urbanos mediante bicicletas disponibles en cientos de puntos de la ciudad... que tras ser usadas podrán ser abandonadas en un lugar distinto del de partida.
Dado este éxito, y en buena lógica, el Ayuntamiento de Barcelona acaba de anunciar una ampliación del servicio de Bicing, que más adelante estará disponible durante las 24 horas del día, también por tanto en las nocturnas, y los 365 días del año, sin interrupción.
Todo lo dicho hasta aquí no significa que el Bicing sea ya un servicio impecable. Los usuarios se quejan con cierta frecuencia de que las estaciones sufren los efectos del vandalismo, y también de que son demasiadas las bicis que presentan problemas de mantenimiento o averías de diverso orden. Hasta cierto punto, y dada la amplitud de la flota, es comprensible que no siempre todas las bicicletas estén en óptimas condiciones. Es comprensible, pero no justificable. Porque los usuarios deben pagar religiosamente sus cuotas anuales, así como los cargos extras que acumulen. Ahora bien, todo esto no significa que las responsabilidades del Ayuntamiento, en cuanto que promotor del servicio, terminen aquí. Porque el uso del Bicing y de la bici sigue suscitando algunas quejas. Muchas tienen que ver con la difícil convivencia entre bicicletas, automóviles y peatones. A veces, por el incivismo de algunos ciclistas. A veces, por los grupos de tours ciclistas que irrumpen en los flujos de tráfico rodado. Otras, por los trazados de los carriles bici, que han mejorado –y crecido: Barcelona espera seguir ampliando su red–, pero deberían mejorar más... La tarea es considerable. El Ayuntamiento debe hacer todo lo posible para asegurar esa mejora. Porque una gestión excelente del servicio constituirá su mejor defensa de la bici.