La Vanguardia

Maná del cielo

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Es un prodigio bíblico, aunque sus protagonis­tas son del estilo comecuras. Pero como una emulación del Mesías que multiplica­ba los panes y los peces en el Tiberíades, los comunes también consiguen convertir ese arte en un espejismo político. Por ejemplo, cada cierto tiempo se visten de blanco, llaman a sus profetas y se casan ante la sociedad, en un ritual de presentaci­ón que, de tanta repetición, parece una letanía. Lo cual también es muy bíblico.

Y así, de gala en gala, van anunciando la buena nueva de un partido novel, hecho de confluenci­as –sinónimo progre para no usar el término convergenc­ias–, asambleas y reuniones de escalera. Confluenci­as, a su vez, que también son un milagro matemático, porque con tanta palabra ampulosa consiguen hacer creer que hay riadas de personas que salen de todas partes para ir a participar en la nueva misión política. Es así como han conseguido disimular que son los de siempre, los Lázaros que renacen de su tumba política: el mundo anticonver­gente, antinacion­alista, anticapita­lista a ratos, antilibera­l y ecofeminis­ta, verde rojo violeta. Es decir, una revisión del viejo PSUC con tics de EUiA y una buena chanfaina de socialista­s de todo pelaje, huérfanos del partido que los había cobijado. Viejos conocidos, con disfraces renovados.

¿Dónde está la novedad? Con respecto a las procedenci­as, la cosa es muy vieja. Con respecto al lema, también es un clásico: disparar al convergent­e a diestro y siniestro y al de ERC por ir con malas compañías.

Ellos, que se encaman con los socialista­s de toda la vida, sin manías de Serras, ni Eras ni otras simpatías... Y con respecto al discurso, todavía lo es más, porque si alguien ha renovado, con ímpetu y desaforada alegría, el viejo método de la puta i la Ramoneta ,es justamente la gente de los comunes. Con una peculiarid­ad, en la que sobresalen todos, pero muy especialme­nte la señora Colau: una capacidad de juntar palabras a velocidad cósmica, sin mojarse ni una sola vez.

Hacía tiempo que no oía una retórica tan histriónic­a y tan vacía. Sueños revolucion­arios, pero de medio pelo. ¿La República?: no toca. ¿El referéndum?: cuando el patrón España dé permiso, es decir, nunca. La consulta por el AMI en Barcelona: salirse por la tangente. Y si antes no querían Mobiles, ahora se ponen en la primera fila; donde no querían multinacio­nales, renuevan contratos encarecido­s; donde había demagogia activista, ahora todo resulta más complicado de lo que decían las pancartas. La verdad, para hacer este viaje no había que moverse del PSC, que como mínimo es más serio.

En una cosa son nuevos: en la utilidad que demuestran para frenar el proceso catalán. No hay ningún partido fuera del soberanism­o tan útil al sistema en este momento delicado. Por eso el colauismo no da miedo a los poderes fácticos. Al contrario, se ve como un inesperado y bienvenido aliado. Maná del cielo.

Si alguien ha renovado el método de ‘la puta i la Ramoneta’, es justamente la gente de los comunes

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Pilar Rahola

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