La Vanguardia

Quiero mi trocito de ‘tatanka’

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Les cedimos la Rambla y ahora el paseo de Gràcia, tras haberles dejado el Born, la Barcelonet­a... Y siguen ocupando calles, terrazas, bares, barras. A nosotros nos parecen siempre los mismos, como nosotros a ellos cuando hacemos de turistas en ciudades que están perdiendo su gracia por demasiados visitantes.

Los antropólog­os explican que los locales vamos dejando de frecuentar los lugares donde ellos se amontonan y los economista­s nos recuerdan que son nuestra primera industria: el 12% de todo lo que producimos.

La primavera árabe fracasó, pero no para nosotros, porque eliminó competenci­a en la recesión. Cuando los locales, sin un duro, desertábam­os de las barras, los camareros apodaban tatanka a las manadas de turistas, como los sioux a las de bisontes que los salvaban de la hambruna en Bailando con Lobos.

Son buena gente estos tatanka. Muchos hicimos la primera pela y pelamos la primera pava gracias a ellos. Y ahora me alegro de que se los beneficien los hoteleros y quienes les alquilan por días sus pisos y también los restaurado­res, taxistas y hasta cabaretero­s.

Pero ¿no quedará un pedacito de tatanka para quienes cedemos calles y bares, hacemos pacientes colas y pagamos la diferencia en calidad y precios?

¿Cómo repartir el dividendo del turismo entre todos los barcelones­es que lo hemos hecho posible y hoy lo soportamos?

Pues con impuestos: que se los suban a los turistas para poder rebajar los nuestros. ¿Y si incrementa­mos la tasa turística para reducir el IBI a los barcelones­es (a los de alquiler se les podría repercutir de muchas formas ese descenso)? ¿Por qué no tasar más y mejor los apartament­os turísticos para compensarn­os bajándonos nuestras tasas municipale­s a cambio de las molestias que comportan?

Lo peor que podría pasar es que disminuyer­a la demanda; es decir, que vinieran menos turistas, lo cual significar­ía que serían más soportable­s hasta para ellos mismos.

Y, puestos a repartir tatanka: ¿por qué no crear con los impuestos para el turismo un fondo para todos los ciudadanos para cuando falte, igual que los noruegos tienen el suyo para cuando se les acabe el petróleo?

Los locales deberíamos ser, como los sioux, una tribu protegida. Yo estoy encantado de ser figurante en este parque barcelonés donde unos cuantos cobran y muchos pagamos. Pero también pido discrimina­ción positiva y no sólo fiscal: también cultural. No sólo quiero una Barcelona gay friendly, pet friendly y lalalander, sino también locals friendly .Y queda mucho por hacer al respecto.

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