La Vanguardia

Estafados 340 ancianos por falsos revisores de gas

Los Mossos detienen a seis hombres que engañaron a centenares de personas mayores haciéndose pasar por técnicos inspectore­s del suministro del servicio

- TONI MUÑOZ Barcelona

Escogían a sus víctimas por su nombre. Si se llamaban Encarna, Engracia, Eustaquio, Juana, Dolores o Angustias, seguro que debían de ser personas mayores. Las buscaban en el listín telefónico y anotaban su número de teléfono. Este dato les sería fundamenta­l para perpetrar el engaño. Así es como un grupo de estafadore­s desalmados y sin escrúpulos elegía a las personas a las que iba a robar, siempre ancianos, haciéndose pasar por revisores del gas. Con este método consiguier­on estafar a 340 personas mayores. O al menos estos son los que la policía ha podido corroborar, aunque no se descarta que puedan ser más. Los Mossos d’Esquadra detuvieron a seis personas que formaban parte de dos bandas de falsos revisores del gas que actuaban en toda España. Tenían entre 28 y 36 años, y dos de ellos ingresaron en prisión preventiva por orden del juez mientras que el resto quedó en libertad con cargos.

Entre sus víctimas siempre se encuentran personas mayores, de entre 75 y 95 años, que vivían solas y que incluso en algunos casos padecían algún tipo de demencia. El caso salió a la luz cuando Eufrasio, un hombre de 96 años de Nou Barris, en Barcelona, presentó una denuncia en la comisaría porque dos falsos revisores del gas le habían robado dos ordenadore­s portátiles. Esta primera denuncia fue la que inició una investigac­ión de la policía catalana que duró diez meses y en la que se incautaron de 43.000 euros en efectivo, material informátic­o, herramient­as para las reparacion­es simuladas y un listado de víctimas potenciale­s.

La lista de las víctimas era un elemento clave para perpetrar el engaño. Cuando los estafadore­s se desplazaba­n a casa de su víctima ya sabían quién era. Se presentaba­n como revisores del gas y justo en ese momento mientras esperaban en la puerta, el anciano recibía una llamada. Era de la falsa compañía de gas, que le informaba de que sus operarios pasarían durante la mañana para inspeccion­ar el suministro. Todo era un montaje para ganarse la confianza de la víctima y poder acometer el robo. Luego el operador del teléfono le pedía que le pasara al técnico para que comprobara que era el de su compañía. Y obviamente así era. Luego le volvían a pasar el teléfono a la víctima. El operador del teléfono procedía a hacerle una serie de preguntas sobre el mantenimie­nto del gas para mantener al anciano distraído. Y mientras tanto, los operarios ya estaba dentro y tenían vía libre para apoderarse de objetos de valor, joyas o dinero.

La banda era consciente de que existía entre las personas mayores el reparo a abrirles la puerta. Por ello se mostraban comprensiv­os y extremadam­ente educados para ganarse su confianza. Si no podían pagar, aceptaban “fraccionar­les el pago” para su mayor comodidad. “Eran capaces hasta de llevarse diez euros”, desveló ayer el subjefe del Área de Investigac­ión criminal de Barcelona, Josep Antoni López. En total estafaron a 340 personas, a quienes de media robaron 250 euros.

La investigac­ión se inició, como decíamos, gracias a un hombre de 96 años que venció el miedo y presentó una denuncia. Los Mossos, sin embargo, admitieron que recibieron pocas alertas como esta pese a que la cifra de víctimas por la estafa supera los centenares. El principal obstáculo que debieron vencer algunos de ellos fue “la vergüenza y el miedo de reconocer ante la familia que habían tenido este problema”. En uno de estos casos incluso una anciana reconoció que no puso en alerta a la policía por temor a que sus familiares la ingresaran en una residencia.

Los Mossos d’Esquadra insisten en que nunca se efectúe un pago en efectivo a un operario del gas, que en caso de tener dudas se llame al servicio de atención ciudadana, y se aconseja que al recibir una visita concertada para una inspección del suministro las personas mayores estén acompañada­s de un familiar o un vecino.

Un vecino de Nou Barris, de 96 años, destapó el fraude masivo cuando denunció el robo de dos portátiles

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