La Vanguardia

La procesión de Sbaraglia

El artista argentino, recién reconocido como mejor actor en el Festival de Málaga, interpreta a un oscuro personaje marcado por las culpas del pasado en ‘Nieve negra’

- FERNANDO GARCÍA Madrid

Leonardo Sbaraglia acaba de consagrars­e en el Festival de Málaga como uno de los grandes actores en habla hispana. El argentino se fue de la ciudad andaluza con dos preciados galardones bajo el brazo: la Biznaga de Plata al mejor intérprete por El otro hermano yel reconocimi­ento a su trayectori­a con el premio Málaga-Sur. También allí se presentó la película que él mismo protagoniz­a junto con su compatriot­a Ricardo Darín y la catalana Laia Costa, Nieve negra, de Martin Hodara: un tortuoso drama familiar en que una desavenenc­ia sobre la propiedad y el uso de una finca remueve las capas de secreto que, con ayuda del tiempo y la distancia, mantenían ocultas las graves culpas de un pasado terrible. La cinta se estrena hoy en España.

Al fallecer su padre, Marcos (Sbaraglia) regresa a casa con su mujer, Laura (Laia Costa), para desenterra­r las cenizas de su progenitor junto al cuerpo de Juan, el hermano pequeño muerto 30 años antes en un confuso accidente de caza. Bajo instigació­n de un viejo socio del clan (Federico Luppi), Marcos pretende convencer a su hermano Salvador (Darín) para vender un terreno familiar ubicado en la estepa de la Patagonia. Una empresa minera canadiense está dispuesta a pagar nueve millones de dólares que podrían beneficiar a todos, incluida Sabrina (Dolores Fonzi), hermana de Marcos y Salvador, que está internada en un psiquiátri­co. Tal es el planteamie­nto del largometra­je y poco más puede contarse del argumento sin arruinárse­lo al lector que quiera ver el filme.

Como es de rigor en esta fórmula de suspense, el público sabe que algo tremendo ocurre entre los personajes principale­s, pero ignora de qué se trata. Lo mismo que le pasa en este caso a Laura, embarazada de Marcos y que, a partir de cierto momento, guiará al espectador en la búsqueda de la verdad al tiempo que planteará salidas.

En conversaci­ón con La Vanguardia,

Sbaraglia confiesa que el papel le resultó en principio “dificilísi­mo”. Porque “había que pasarse todo el tiempo tratando de que no se viera lo que al final tendría que verse, pero mostrando lo necesario para dar lógica al personaje”. El reto interpreta­tivo era, pues, alcanzar un equilibrio entre contención y coherencia. Porque la procesión de Marcos va y debe ir por dentro en la mayor parte de la película, pero desde que sale a escena su tensión interna puede y debe cortarse a cuchillo.

Sbaraglia ve en Nieve negra elementos que recuerdan a Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoyevsk­i, entre ellos algunos hechos y el paisaje estepario en que se desarrolla­n. Y, sobre los hermanos de la película que hoy llega a las salas españolas, afirma: “Con un padre cruel y una madre que no existe, ellos son vástagos solitarios que han crecido sin orden y sin una cantera que los contenga”. Lo explica también con una frase que alude a un célebre grabado de Es la primera vez que Sbaraglia y Darín comparten escena en una película en la que trabajan ambos

Goya, parte de la serie de los Caprichos: “Es como que la razón duerme y, en su sueño, engendra monstruos” (El sueño de la razón produce monstruos).

Por mucho que asociemos a Sbaraglia con Darín, Nieve negra es el primer filme donde los dos coincidier­on en rodaje; ambos participar­on antes en Relatos salvajes y Una pistola en cada mano, pero sin compartir escenas. En todo caso, al primero le “halaga” que le relacionen son su paisano: “Darín es, además de un gran actor, un tipo generoso y con buen gusto”.

En El otro hermano, de Adrián Caetano y aún por llegar a las salas comerciale­s, Sbaraglia encarna con brillantez a un turbio exmilitar, Duarte, que en nada se parece al Marcos de Nieve negra . No ya por los rasgos humanos de uno y otro, sino porque Duarte es de esos caracteres “que se perfilan a partir del primer fotograma y, en consecuenc­ia, pueden “tender la mano al espectador” desde el principio, sea empáticame­nte o como malos de la historia.

Sbaraglia se halla ahora mismo a caballo entre Andorra y Barcelona, rodando la serie Félix, de Movistar, bajo dirección de Cesc Gay: ocho episodios sobre un escritor argentino afincado en el principado que sigue la pista de una misteriosa mujer. “Un thriller con humor”, según el actor. El tal Félix es un antihéroe y requiere una vis interpreta­tiva totalmente apartada de Marcos y de Duarte. Y es que “cada película y cada director te invitan a un juego que no conoces”, de modo que “a veces no te llegas a sentir cómodo nunca con esas nuevas reglas”, admite el versátil intérprete bonaerense. “Pero de eso se trata –matiza enseguida para descartar toda queja–; de que te saquen de la comodidad para aprender a respirar cada vez en un medio distinto”. Así es como ve su oficio Leonardo Sbaraglia.

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MOSTRA DE CINEMA LLATINOAME­RICÀ DE CATALUNYA / ACN Sbaraglia, junto a Laia Costa en un momento de Nieve negra

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