Infatigables cuarentones
TONI LÓPEZ JORDÀ
Un año más? ¡No! Ya les he dicho que no cuenten conmigo. No quiero seguir jugando... Este año ya ha sido un premio: volver a casa, volver a competir, poder retirarme en el Granollers... y haber superado los 500 partidos en la Asobal”. Vicente Álamo Yeste (Montcada i Reixac, 10/II/1976) ahora sí que se puede volver a jubilar tranquilo. Lo hará, si las lesiones lo respetan un poco más, al acabar la Copa del Rey (9-11 de junio) después de 18 temporadas en el Asobal, 21 como profesional del balonmano. Media vida. A los 41, el portero del Fraikin Granollers es ya, de pleno derecho, uno de los 12 socios del club de los jugadores con más de 500 partidos en la Liga Asobal. Al lado de leyendas como Barrufet, Juanín o Jota Hombrados.
El partido 501 lo disputó el domingo contra el Bidasoa en el Palau d’Esports. El club le regaló una camiseta con su nombre y el dorsal 500, que quiere enmarcar y colgar en su casa de Sant Celoni. “La verdad es que impresiona verte al lado de jugadores legendarios como Barrufet o Jota, que han marcado una época... No pensaba que jugaría tantos años cuando empecé con 15; en aquellos tiempos, primeros de los noventa, muchos porteros eran viejos y estaban hechos polvo, y yo pensaba que acabaría antes”, recuerda Álamo, que se inició en el balonmano por una de aquellas casualidades.
“Yo era portero de fútbol en Montcada. Mi hermano mayor, Toni, jugaba a balonmano en el Granollers, y su entrenador, Juan Carlos Alcaraz, estaba haciendo un equipo de cadetes. Me preguntó si quería probar, y me quedé”. Entró en el BM Granollers con 15 años, en 1991; vivió la subsede olímpica como voluntario; a los 19 debutó en el primer equipo de la mano de Manolo Montoya, que vio un portero ágil, intuitivo, que suplía con buenos reflejos y explosividad su estatura justita (1,86 m); participó en las dos Copas EHF del club (1995 y 1996); estuvo 11 temporadas, hasta el 2008, cuando vivió la aventura de ir a un club de Champions, el Ademar; como muchos otros sufrió la crisis del balonmano, tuvo que emigrar a Portugal, al Benfica, y en Lisboa se retiró por primera vez, en verano del 2015, con 39 años, torturado por una lesión de cadera. “Me pasé los tres últimos
UNA GENERACIÓN INCOMBUSTIBLE “Nos beneficiamos de la evolución en la preparación física, ahora más específica, y del bajo nivel de la Liga”
meses sin jugar y decidí retirarme, a pesar de recibir ofertas de equipos de Asobal y un alemán”. Su futuro laboral pasaba por ayudar al club de su vida como preparador de porteras del equipo femenino, el curso 2015-2016.
Pero su camino da un vuelco cuando César Bombón Almeida deja la portería del Granollers y Carlos Viver, el técnico y compañero de equipo de hacía 20 años, le hace una propuesta: “Estamos buscando un portero, los que hemos visto no nos convencen”, le tentó. “Si me das tiempo para ponerme en forma, vengo”, le respondió Vicente, “medio en broma, medio en serio”, después de consultar a Montse, su mujer, que lo animó a volver, y a sus hijas, Irene (12) y Èrika (9), que le dijeron que no querían marcharse a recorrer el mundo otra vez.
Consultó a los médicos, Joan Vives, del club, y Josep Antoni Gutiérrez, del Barça, que le recomendaron qué podía hacer y qué no si quería seguir jugando: nada de entrenarse en doble sesión, nada de correr, y hacer ejercicios específicos para la cadera. “Yo mismo me noto unas limitaciones físicas, que intento que no se noten. Pero psicológicamente sí estaba preparado para aportar al equipo”, como asesorar a los dos jóvenes porteros, Pol Sastre (25) y Marc Guàrdia (20). “No sé si les he enseñado mucho, pero sí he intentado darles confianza, aportarles tranquilidad y mi experiencia; no es fácil tener la responsabilidad en la portería siendo tan joven”. Con Pol se ha alternado en la Liga, y ha jugado más en la Copa EHF.
De momento, 22 partidos de Liga y el cuerpo aguanta, como los cuarentones de su generación en activo, los Hombrados, Juanín, Garabaya... “Nos hemos beneficiado de la evolución de la preparación física, ahora más específica y profesional. Antes las pretemporadas eran inaguantables, había mucha carga física... Y también el nivel de la Liga ha bajado. Con el nivel de hace 6 años no me veía jugando”, dice Vicente, a quien le quedan 6 partidos de Liga. “Si todo va bien llegaré a 507. Y aquí ya me jubilo”.