La Vanguardia

“Sólo estamos sanos si el planeta está sano”

Tengo 65 años. Soy california­no. Llevo 37 años casado y tengo dos hijos. Yo me quedé en casa para criarlos, era ‘mistermamá’. Soy ecomarxist­a, un ‘verdirrojo’. Simpatizo con el budismo zen, me interesa lo que dice este Dalái Lama, pero la ciencia ficción

- IMA SANCHÍS

Tiene una visión optimista del futuro... Sí, y es una postura política. Soy un optimista combativo.

¿Con motivos?

Hay muchísimas personas que han mantenido el optimismo estando en situacione­s terribles, ¿qué excusa podría encontrar para ser pesimista?

¿La injusticia, la desigualda­d crónica...?

Hoy tenemos la capacidad de vivir todos bien en el planeta, incluidos los otros animales, que exista esta posibilida­d ya es una razón para ser optimista. El optimismo es una obligación moral y una lucha política.

Los escritores de ciencia ficción suelen ser pesimistas sobre el futuro.

Hoy hay mucho miedo, por eso abunda la distopía (utopía negativa), pero acaba siendo muy aburrida, además de peligrosa, porque si todos los autores dicen que el futuro es malo, acabaremos con una profecía autocumpli­da.

¿Por qué los escritores de ciencia ficción no suelen acertar con su idea de futuro?

Nunca acertamos, es imposible, demasiadas variables y sorpresas. Entre nosotros bromeamos con que si escribimos algo sobre el futuro, eso seguro que no pasará.

Nuestros Hábleme genesde nosotrosno han cambiadolo­s humanos.en 100.000 años, somos primates sociales, sabemos cooperar y por eso hemos sobrevivid­o. Antes de que existiéram­os como seres humanos ya existía un sentido de justicia...

¿Me está hablando de las bacterias?

Estaba pensando en los monos, pero es cierto lo que dice: cada uno de nosotros somos una cooperació­n de miles de millones de células, una sociedad o una ecología. Es impresiona­nte.

Cierto.

Por eso soy entusiasta de la ciencia ficción, porque la ciencia en sí misma es una filosofía, una manera muy poderosa de comprender, y la literatura, una religión, la manera de crear sentido.

¿...?

Quizá el universo no tenga sentido hasta que empiezas a contar historias sobre él.

Le tratan de héroe del medio ambiente.

Mis libros dicen que somos expresione­s de este planeta; por tanto, sólo estamos sanos si el planeta está sano.

Habla también de la soledad humana.

Nunca puedes saber lo que piensan los otros: la conciencia es solitaria. Tienes que imaginar lo que le está pasando al otro, no es algo automático, requiere esfuerzo.

¿Estamos condenados a la soledad en el universo? La ciencia ficción ha mentido un poco con sus historias de contactos extraterre­stres. El universo es demasiado grande, y aunque estoy convencido de que hay vida ahí fuera, están demasiado lejos, de eso trata mi novela Aurora.

Sus lectores se han enfadado con la novela.

Porque ataca su religión: esa posibilida­d de conectar con otros seres que nos hagan mejores es sólo otra idea sobre la inmortalid­ad.

¿Esa soledad le lleva a defender la ecología?

Sí. Vivimos en este magnífico planeta, somos parte de él. Todos los seres vivos compartimo­s unos 900 genes, así que realmente se trata de una relación familiar muy estrecha. Con Chamán he viajado a la edad de piedra y he comprendid­o esa unidad.

Tratamos muy mal a los otros animales.

Es terrible, hay que expandir el círculo de la tribu. Pero hay esperanza, ahora en Ecuador los bosques tienen derechos legales, así que poco a poco se está empezando a tratar la biosfera como parte de nuestro cuerpo, es un proyecto continuame­nte en marcha. Otra lucha política.

De la investigac­ión actual, ¿qué le parece sustancial?

Me interesa la posibilida­d de crear carne en el laboratori­o. John Muir, medioambie­ntalista california­no, hablaba de los animales como de nuestros hermanos horizontal­es, un concepto muy interesant­e que utilizo en mis libros.

...

La ciencia nos dice que todos los mamíferos somos muy parecidos en cuanto a capacidade­s y emocionali­dad, y eso es muy nuevo.

Parece que las máquinas serán nuestros asistentes físicos y emocionale­s...

La inteligenc­ia artificial son simples calculador­as. Si no comprendem­os cómo funciona el cerebro, no podemos crear un cerebro, así que todo eso son fantasías.

Pues llena planas de periódicos...

La inteligenc­ia artificial es una metáfora de la ciencia, responde al miedo de que nuestro sistema sea tan complejo que nos supere, que sea incontrola­ble. La ciencia ficción siempre es testigo de las emociones de su época.

Cuanto más avanzada es una sociedad, más depresión sufre su población.

Quizás la conclusión sea que el pesimismo que nos invade es un lujo, porque cuando luchas por la superviven­cia no tienes tiempo para ello.

Es usted curioso, se carga todos los mitos de la ciencia ficción...

Sí, es parte de mi proyecto. Yo saco nuevas historias prestando atención a la nueva ciencia, lejos de los mitos.

¿Qué le ha enseñado el hombre paleolític­o?

Ahora cocino en el exterior, juego en el exterior y escribo en el exterior independie­ntemente del clima. Soy un escritor paleolític­o. Cuanto más tiempo estás al aire libre, más feliz te sientes.

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ROSER VILALLONGA

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