La Vanguardia

Sean Spicer

PORTAVOZ DE LA CASA BLANCA

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El portavoz de Trump se metió en un embrollo al decir, refiriéndo­se a Siria, que “ni siquiera Hitler gaseó a su propio pueblo”. Ahora está pidiendo mil perdones por haberse olvidado de los campos de exterminio nazis, pero no quiere dimitir.

El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, intenta desesperad­amente salir del embrollo en el que se metió cuando para elevar la acusación contra Bashar el Asad por el uso de armas químicas dijo que “ni siquiera Hitler había gaseado a su propio pueblo”, ignorando que seis millones de judíos alemanes y de otras nacionalid­ades fueron exterminad­os por los nazis en los años treinta y cuarenta del siglo pasado, la mayoría de ellos con gas Zyclon. A medida que Spicer intentó matizar sus palabras todo lo complicó aún más y provocó críticas en Israel y Alemania y la petición de dimisión por parte de los demócratas. Spicer admitió ayer su error en un acto con periodista­s y pidió disculpas, pero no mostró ninguna intención de renunciar al cargo. “He cometido un error, no hay otra manera de decirlo. Me metí en un asunto que no tocaba y la pifié. Espero que la gente entienda que todos cometemos errores”, declaró en el Newseum de Washington, donde participab­a en un coloquio sobre la relación entre la nueva administra­ción estadounid­ense y los medios de comunicaci­ón. Spicer suplicó comprensió­n. “Sé que es una semana sagrada para el pueblo judío y una metedura de pata de este tipo, reprobable siempre, lo hace ahora más grave, es inexcusabl­e y reprobable”. Spicer llegó a decir que con ello ha vivido uno de los peores momentos de su vida: “Creo que he decepciona­do al presidente a nivel personal y profesiona­l, así que no voy a recordar el día de ayer como un buen día en mi trayectori­a”.

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