La Vanguardia

Hoy, análisis de texto

- Quim Monzó

La letra del himno es insuperabl­e, con unas rimas sabiamente elaboradas que no habría sido capaz de escribir ni Joaquín Sabina en sus mejores momentos de lucidez.

Empieza con una visión externa del individuo en cuestión: “Nadie en el Tercio sabía / quién era aquel legionario / tan audaz y temerario / que en la Legión se alistó”. Tenemos, de entrada, que era audaz y temerario, hecho que no debería sorprender­nos porque quien se apunta a un trabajo de esos a la fuerza ha de serlo. Yo no tendría agallas de pedir mi admisión. Querrán decir que era más audaz y temerario que el resto.

Y como pasa a menudo en cualquier ámbito profesiona­l, surgen los rumores: “Nadie sabía su historia, / mas la Legión suponía / que un gran dolor le mordía, / como un lobo, el corazón”. Hasta que algún valiente se atreve a preguntarl­e quién es exactament­e. Aquí, él se rebota: “Mas si alguno quién era le preguntaba / con dolor y rudeza le contestaba: / ‘Soy un hombre a quien la suerte / hirió con zarpa de fiera; / soy un novio de la muerte / que va a unirse en lazo fuerte / con tan leal compañera’”. Dejemos de lado que, por definición, toda zarpa es de una fiera. Según el diccionari­o de la RAE: “Mano de ciertos animales cuyos dedos no se mueven con independen­cia unos de otros, como en el león y el tigre”.

Que es un soldado ejemplar queda nuevamente claro cuando vemos que se crece ante la adversidad: “Cuando más rudo era el fuego / y la pelea más fiera [ya ha dicho antes, pero no hilemos tan delgado], / defendiend­o su bandera / el legionario avanzó. / Y sin temer al empuje / del enemigo exaltado, / supo morir como un bravo / y la enseña rescató. / Y al regar con su sangre la tierra ardiente, / murmuró el legionario con voz doliente: / ‘Soy un hombre a quien la suerte / hirió con zarpa de fiera; / soy un novio de la muerte / que va a unirse en lazo fuerte / con tan leal compañera’”.

Al final nos enteramos de que el gran dolor que le mordía el corazón era una pena del alma en forma de señora estupenda: “Cuando, al fin le recogieron / entre su pecho [?] encontraro­n / una carta y un retrato / de una divina mujer. / Y aquella carta decía: / ‘...si algún día Dios te llama, / para mí un puesto reclama / que a buscarte pronto iré’”. La carta acaba fatal: “Por ir a tu lado a verte, / mi más leal compañera, / me hice novio de la muerte, / la estreché con lazo fuerte / y su amor fue mi ¡bandera!’”.

Bueno, pues imaginen, el lunes pasado, esta canción – “soy un novio de la muerte / que va a unirse con lazo fuerte / con tan leal compañera...”– interpreta­da en la planta de oncología del hospital Materno-Infantil de Málaga por una decena de gastadores de la Legión Española, convenient­emente uniformado­s, delante de los niños enfermos de cáncer.

Que pasen ustedes una feliz Semana Santa.

Al final nos enteramos de que el dolor que le mordía el corazón era una pena en forma de señora estupenda

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