El no lugar
Es un día radiante de primavera que huele a verano. Las doce de la mañana de una semana extraña en la que no hay colegio y la ciudad está a medio gas al ser víspera de varios días de fiesta consecutivos. La jornada invita a estar en la calle. Desperezarse tras meses de frío y abrigos, pero la supermanzana del Poblenou parece haberse quedado congelada. Allí sólo hay gente de paso. Turistas que salen del hotel Ibis, enjaulado en esta cuadrícula, y deambulan hacia la playa, gente mayor con bolsas de la compra, algún ciclista... La esperanza de ver a algún runner a lo Usain Bolt recorriendo los 100 metros se esfuma nada más visualizar la pista de atletismo ocupada por una grúa que carga un coche estropeado. Es un buen sitio para aparcar en caso de emergencia, a falta de corredores... Más tarde volverá a quedar libre, pero ni por esas.
La supermanzana del Poblenou es el nuevo “no lugar” de Barcelona, utilizando palabras del antropólogo Marc Augé. Como un Fòrum de pequeñas dimensiones que no resulta atractivo y no acaba de intimar con la vida barcelonesa. La ciudad se mantiene ajena a ella como un sediento que no quiere detenerse en un oasis. No es sólo que la supermanzana se haya instalado sin el suficiente consenso vecinal, las pancartas que pueblan los balcones de las calles adyacentes así lo denuncian. La conclusión después de pasear por este entorno en el que se respira soledad es que algo falla. No invita a permanecer en el lugar más allá de unos minutos y es de lamentar que no responda a los criterios de urbanismo de género que quiere aplicar a partir de ahora el Ayuntamiento. Por la noche puede ser terrorífico.
Quizás sea su urbanización. En una ciudad que siempre se ha caracterizado por cuidar al máximo la estética de su espacio público, desentonan las enormes circunferencias pintadas en el pavimento y esos gigantescos maceteros que deben regarse a mano y para los que no hay riego automático que sea sostenible. O quizás sea el entorno a medio hacer, poblado de solares sin uso, talleres, viejas naves deshabitadas, edificios en construcción y pocas viviendas.
Quizás lo que falla es que no sea el mejor lugar para la supermanzana.