1939: rusos en el Palau
El simple hecho de anunciar que, en una Barcelona recién sometida a la dictadura franquista, un coro ruso iba a actuar en el Palau de la Música provoca como mínimo una extrañeza considerable. Se trataba, por supuesto, de otros rusos.
En efecto, eran los rusos zaristas que habían apoyado al ejército franquista durante la guerra incivil, en una toma de posición ideológica destinada a combatir la Rusia de Stalin, que se había alineado con el Gobierno de la República.
Era, pues, una velada musical que ofrecía un coro militar ruso, formado por antiguos oficiales del ejército del zar que habían combatido como voluntarios en el Tercio de Requetés María de Molina.
El acto, celebrado el 5 de noviembre de 1939, había sido puesto bajo el patrocinio de Carmen Polo de Franco y la recaudación era a beneficio de los huérfanos de guerra.
Dirigía Sergio Brillantolf. En la crónica publicada al día siguiente se multiplicaban frases como la siguiente: “Disciplinados, expresivos, justos en los matices, firmes en la entonación y diestros en el manejo de voces”. Mismamente.
La actuación del coro se complementó con la del violinista zíngaro Juan Gulesco, quien exhibió un muy esperado virtuosismo. El cronista añadió otra de sus frases habituales: “El auditorio escuchó con inefable encanto y ovacionó largamente al violinista y a los coros”.
Antes de la actuación del coro, tuvo efecto su presentación a cargo de Felipe Lagarriga, de la dirección general de Propaganda, quien evidenció una claro dominio de lo que el inolvidable catedrático José Maria Valverde calificaba como “prosa levantada”.
Cerró el acto la banda de Falange Española Tradicionalista de las JONS de la Delegación de Propaganda del Distrito VIII. Así fue descrita: “Este conjunto instrumental en la ejecución de importantes páginas musicales puso de relieve la seriedad e inteligencia con que ha procedido en su preparación el prestigioso maestro don Enrique Colominas. La banda ejecutó los himnos del Movimiento y el Nacional, los cuales, como siempre, provocaron explosiones de acendrado patriotismo.”
Bajo la dictadura, el Palau estuvo a punto de desaparecer. Mientras Josep Pla pedía en la revista Destino que se eliminara toda la decoración modernista de la sala de conciertos, el gobernador impuso el nombre de Palacio de la Música y también su control.
Proliferaron actos falangistas y similares, dedicados a Educación y Descanso, Hermandad de ex Cautivos o División Azul; pero también nazis, como la conmemoración en 1943 del aniversario de Hitler. El yugo y las flechas, así como las cruces gamadas y el águila del Tercer Reich, eran siempre bien visibles.
Joaquim Renart dejó constancia de todo en su diario personal, mientras que Antoni Sabat lo ha documentado en su evocación histórica.
Durante años proliferó toda suerte de actos falangistas e incluso nazis