No apta para tiquismiquis
Fast and furious 8 Dirección: F. Gary Gray Intérpretes: Vin Diesel, Dwayne Johnson, Jason Statham, Charlize Theron Producción: EE.UU., 2017. 136 m. Acción.
Resulta interesante mirar atrás y ver los vaivenes y progresos de
Fast & furious desde que, en 2001, Rob Cohen realizara A todo gas, excelente action movie sobre ruedas en la tradición de Roger Corman & Paul Bartel o George Miller. John Singleton hizo una primera secuela deplorable y Justin Lin filmó los cuatro títulos siguientes, cada uno más espectacular que su precedente. Su reparto ha sufrido variaciones. Diesel, por ejemplo, estuvo ausente en la segunda, tuvo cameo en la tercera y reapareció en la cuarta ya como estrella principal del circo. Paul Walker falleció en el 2013, pero como ya habían entrado en juego Dwayne
The Rock Johnson y Jason Statham, la saga hinchó el bíceps y configuró un equipo compacto. Su cumbre, y la mejor entrega desde el original de Cohen, nos la sirvió James Wan en Fast & furious 7.
Pero ahora llega F. Gary Gray, que ya dirigió a Diesel en la apreciable Diablo, para demostrar que, en cuanto a hipérbole y pornografía pirotécnica, siempre se puede dar un paso más. Como sugería la anterior peripecia, estamos ya en una franquicia más próxima a las epopeyas de 007 o Ethan Hunt que a las películas de carreras. Aquí tenemos misiles y al pertinente genio del mal, una mala, malísima Charlize Theron: a su lado, Blofeld es Bambi. Tres macroescenas rompen córneas y tímpanos con resultados irrefutables: la carrera del prólogo en La Habana, el clímax final sobre hielo con submarino incluido y, mediada la fiesta, la inenarrable persecución en las calles de Nueva York con cientos de coches sin conductor, teledirigidos, muchos de ellos caídos desde las alturas en imágenes de una belleza sobrecogedora. Fast & furious 8 es a la vez montaña rusa, apisonadora y acorazado. No importa si buena o mala: cumple con creces su función de machacar al espectador. Como entretenimiento, un producto de altura respetable. El reproche es obvio: con media hora menos de duración, su eficacia sería la misma, saldríamos igual de contentos pero menos aturdidos.