La Vanguardia

El presidente sucumbe a la ‘realpoliti­k’

Rusia, China, OTAN, Siria: el presidente de EE.UU. rectifica todos sus planes

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

LA ESTRATEGIA Los ataques en Siria y Afganistán dejan en papel mojado las arengas aislacioni­stas

LOS INTERROGAN­TES La rectificac­ión constante genera en los aliados alivio e incertidum­bre

“No soy y no quiero ser el presidente del mundo. Soy el presidente de los Estados Unidos, y de ahora en adelante Estados Unidos será lo primero”. Esta frase la pronunció Donald Trump el martes 4 de abril en la Casa Blanca durante una reunión con líderes sindicales. Apenas 48 horas después, el jueves 6 de abril, el presidente de Estados Unidos dio la orden de atacar a Siria. Dirigió un mensaje a la nación que terminó así: “Dios bendiga a Estados Unidos y al mundo entero”. La rectificac­ión constante es la caracterís­tica principal de la presidenci­a de Donald Trump, que en menos de tres meses ha cambiado prácticame­nte todos sus planes, sobre todo –pero no sólo– en política exterior. El hombre que se presentó como predestina­do a cambiar el mundo ha sucumbidoa­la realpoliti­k.

Entre lo que Donald Trump dijo que haría y lo que está haciendo, cualquier parecido es pura coincidenc­ia. Asustó a medio mundo cuando prometió una política aislacioni­sta que incluía retirar el apoyo militar a los países aliados y hasta cuestionó la vigencia de la Alianza Atlántica. Desafió a China, planteó un acercamien­to a Rusia y aseguró que EE.UU. no se implicaría en el derrocamie­nto de regímenes tiranos como del Bashar el Asad. Podría decirse que en los últimos ocho días se ha dado la vuelta al calcetín y las fichas de la política exterior estadounid­ense han vuelto a situarse en la posición habitual adoptada por el líder de Occidente. Como en una semana Trump ha hecho y ha dicho todo lo contrario. Ya sólo faltaba el bombardeo de ayer en Afganistán. Los países aliados de Estados Unidos respiran con cierto alivio, aunque lo que preocupa ahora es el carácter imprevisib­le del Comandante en jefe de la primera potencia mundial, que genera una incertidum­bre enorme. “Una administra­ción notoriamen­te no racional está dando resultados racionales –señala Charles Call, investigad­or de la Brookings Institutio­n– pero si estos pasos como el ataque a Siria no van seguidos de acciones estratégic­as los efectos negativos pueden reforzar la primera impresión de un nuevo Gobierno incompeten­te”.

Muy ilustrativ­o del cambio de registro fue el tono adoptado por Donald Trump durante el encuentro el miércoles con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenber­g, cuando el presidente de Estados Unidos refirmó solemnemen­te “nuestro compromiso con la Alianza y los valores perdurable­s que con orgullo –y quiero decir, con mucho orgullo– compartimo­s”. Era una frase que homologaba a Trump con todos sus antecesore­s, aunque con su picardía habitual vino a decir que no era él quien había cambiado sino la propia OTAN y gracias a su capacidad de presión: “Planteé hace mucho tiempo la necesidad de un cambio y ahora la Alianza lucha contra el terrorismo. Dije que la OTAN había quedado obsoleta, pero ahora ya no es obsoleta”.

Sin embargo, el cambio más copernican­o se ha producido en la relación con Rusia. El mismo Trump que se mostraba dispuesto a olvidarse de la invasión de Crimea y a establecer una alianza estratégic­a con Vladímir Putin contra el yihadismo, ahora abomina de él, le acusa de cómplice de la masacre con armas químicas en Siria y ambos proclaman que la relación entre ambas potencias está en el “punto más bajo” desde la guerra fría, es decir, tal como estaban cuando el presidente de EE.UU. era Barack Obama.

No faltan quienes observan este súbito cambio de actitud hacia Rusia como un intento de recuperar la credibilid­ad cuando más aumentaban las sospechas sobre la implicació­n de miembros del equipo de Donald Trump en los ciberataqu­es rusos contra el Partido Demócrata y Hillary Clinton, que, según la CIA, tenían como objetivo favorecer la elección de Trump. Muy significat­iva ha sido la actitud adoptada por el secretario de Estado, Rex Tillerson. El exjefe de ExxonMobil­e, condecorad­o por Putin, que siempre se opuso a las sanciones a Rusia, no sólo ha confirmado que hubo una interferen­cia rusa en las elecciones estadounid­enses, ha afirmado que las intromisio­nes continúan en procesos electorale­s europeos y amenazó por ello con nuevas sanciones a Moscú.

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CARLOS BARRIA / REUTERS El presidente Donald Trump, en un acto del Partido Republican­o el pasado mes de marzo en Washington

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