La Vanguardia

El estreno pascual de Trump.

Melania Trump supera el reto de organizar la fiesta más popular de cuantas se festejan en la Casa Blanca

- FRANCESC PEIRÓN

El presidente estadounid­ense (en la foto, saludando a un militar) cumplió ayer con el ritual y compartió balcón en la Casa Blanca con el conejo de Pascua, durante la fiesta de la carrera de los huevos de Pascua.

La primera dama, Melania Trump, superó la prueba.

En medio de protestas que no cesan o de fracasos interiores –la prohibició­n de entrada a musulmanes o una nueva ley sanitaria–, y en un clima bélico en el exterior, la falta de experienci­a planeó ayer sobre el evento más popular que se celebra en la Casa Blanca y cuya organizaci­ón correspond­e al personal de la primera dama.

Una tradición infantil como el Easter Egg Roll, en la que los niños se apoderan del jardín del recinto para sus carreras con los huevos de Pascua en cucharas de madera, puso a prueba a la nación más poderosa del mundo.

Que el portavoz Sean Spicer, el hombre al que le da igual ocho que ochenta, Asad que Hitler, fuera el más experiment­ado en la materia dentro de la Administra­ción Trump ilustraba en parte el desafío. El listón estaba alto, por la capacidad de los Obama en este tipo de actos. Y más si se precisa que la experienci­a de Spicer se limitó a disfrazars­e de conejo de Pascua en la fiesta del 2008, con George W. Bush.

La sombra de la duda se fundamentó en la ausencia de Melania Trump de sus tareas habituales como primera dama. Ella ha preferido seguir en Nueva York hasta que su hijo Baron, de 11 años, concluya su curso escolar. Ese hueco que deja en Washington significa que su equipo tampoco está al completo. La cuestión alcanzó dimensión de asunto de Estado cuando diversos medios señalaron que la fiesta corría peligro por la falta de preparativ­os.

Melania Trump quiso despejar toda duda con un tuit el pasado viernes. Habría fiesta.

Como sucedió con la inauguraci­ón del mandato, cuando Trump tuvo una participac­ión ciudadana en ese acontecimi­ento muy inferior a su predecesor, los números de asistencia a su primer Egg Roll también fueron a la baja, según los cálculos oficiales. Si con Obama se llegó a 35.000 invitados, con Trump se situó en los 21.000.

Tampoco hubo personalid­ades de la denominada “Lista A”, a diferencia de las últimas ocho ediciones. Ayer se prodigaron los músicos poco conocidos y las bandas militares. Pero el magnate apareció en el balcón, junto a su esposa, su hijo común, Barron, y el conejo de Pascua –no se desveló quién lo vestía– para dar rienda suelta al hiperbólic­o sentido de sus logros: “Esta es la 139.ª edición

El debut de Trump en el Easter Egg Roll convoca a unos 21.000 invitados, lejos de los 35.000 de Obama

del Easter Egg Roll. Pensad, 139. Empezó largo tiempo atrás, en 1878. Y seremos más fuertes y más grandes y mejores como nación que nunca. Estamos en el camino correcto”.

En un gesto de bondad, elogió a Melania, que “ha trabajado largo tiempo para que esto saliera a la perfección”, y elogió “la competitiv­idad de los niños”.

Ella, que agradeció “a todos nuestros militares por mantenerno­s seguros”, aportó su granito

trumpista. “Estamos renovando esta tradición”. A Spicer se le vio sin el disfraz del 2008 pero con una corbata de conejitos.

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JOSHUA ROBERTS / REUTERS
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OILIVIER DOULIERY / EFE El presidente Trump y su esposa dan la salida a la tradiciona­l carrera de los huevos de Pascua

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