Europa responde con cautela al referéndum y pide diálogo a Erdogan
La reforma constitucional turca deja en el aire el proceso de adhesión a la UE
Europa reaccionó ayer con cautela al apretado y dudoso resultado del referéndum constitucional celebrado el domingo en Turquía, un voto que puede acelerar la ruptura de las moribundas negociaciones de adhesión del país euroasiático al club comunitario.
“El ajustado resultado del referéndum demuestra cuán dividida está la sociedad turca y supone una enorme responsabilidad para el liderazgo turco y, personalmente, para el presidente Recep Tayipp Erdogan”, afirmó ayer la canciller alemana, Angela Merkel, en un comedido comunicado conjunto con el ministro de Exteriores, Sigmar Gabriel, en el que piden que se abra un proceso de “diálogo respetuoso” y plural.
El contestado referéndum constitucional turco llega en uno de los momentos más bajos de las relaciones entre Turquía y Europa, después de que Erdogan acusara en marzo a Alemania y los Países Bajos de “prácticas nazis” por vetar los mítines de sus ministros en las comunidades turcas de estos países. La contundente respuesta de Erdogan al intento de golpe de Estado de julio y el contenido de la reforma constitucional turca –calificada de “peligroso paso atrás” para la democracia por el Consejo de Europa– son motivo de preocupación en Bruselas, pero los líderes europeos han medido mucho sus declaraciones al respecto. La explicación está tanto en el deseo de no alimentar el discurso nacionalista de Erdogan como en la limitación política que supone el acuerdo sobre inmigración firmado con Ankara hace un año y que ha logrado su objetivo de contener la llegada de refugiados por esa ruta.
Bruselas advirtió ayer, no obstante, que los cambios constitucionales en ciernes en Turquía no serán neutros para su candidatura de adhesión a la Unión Europea, una apuesta política que el propio Erdogan quiere revisar y no descarta resolver, de nuevo, mediante un referéndum. Los cambios “serán evaluados a la luz de las obligaciones de Turquía como candidato a la UE y como miembro del Consejo de Europa”, alertan el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y la alta representante de Exteriores, Federica Mogherini, que reclaman también a Erdogan que busque “el mayor consenso político posible” para llevar a cabo las reformas.
Es Turquía quien ha dado la espalda a la UE, no al revés, se suele decir en Bruselas, aunque la insatisfacción con el estado del proceso y las promesas incumplidas es mutua. Los llamamientos a poner fin a las conversaciones de adhesión iniciadas en el 2005 y supuestamente reactivadas, pero sin éxito, hace un año arrecian pero no hay voluntad política de dar semejante paso por parte europea. La reinstauración de la pena de muerte en Turquía, que Erdogan volvió a invocar el domingo frente a sus seguidores, “constituiría una ruptura con los valores y los compromisos”de su gobierno con Europa, advirtió en un comunicado el presidente de Francia, François Hollande.
Italia y España emitieron mensajes en la misma línea, llamando al diálogo y la contención. Austria se alejó de la contención oficial para volver a pedir la suspensión de las conversaciones de adhesión a la UE con Turquía. “No podemos hacer como si no hubiera pasado nada después del referéndum turco. Es hora de mirar con honestidad a la relación entre la UE y Turquía”, reclamó su ministro de Exteriores, Sebastien Kurz.
La propuesta de Viena es ofrecer a Ankara un acuerdo de asociación, una vieja idea que vuelve a cobrar relevancia no sólo por la creciente distancia política entre ambas partes sino también a la luz de las negociaciones de salida del Reino Unido de la UE. El Brexit podría alumbrar un nuevo espacio de relaciones económicas con el bloque comunitario que en el caso de Turquía puede satisfacer a ambas partes más que la actual ficción de las negociaciones de ingreso, aunque también para eso hará falta una voluntad política hoy ausente. “La sensación predominante en Ankara es que los lazos políticos con Bruselas ya no son necesarios
“Seguir hablando de la integración de Turquía se ha convertido en una farsa”, dice la ponente de la Eurocámara
para consolidar poder y aportar progreso al país. La única precaución es el deseo explícito de mantener relaciones económicas”, opina Marc Pierini, del centro de análisis Carnegie Europe.
Las condenas más duras han llegado desde el Parlamento Europeo, que en noviembre votó simbólicamente a favor de suspender las negociaciones de adhesión con Turquía. “Está claro que el país no puede entrar en la UE con una Constitución que no respeta la separación de poderes y no tiene mecanismos de control”, denunció Kati Piri, ponente del Parlamento Europeo en este dossier. “Seguir hablando de la integración de Turquía en Europa en las actuales circunstancias se ha convertido en una farsa”, advirtió.