La Vanguardia

Un resultado incómodo

- Eduard Soler i Lecha E. SOLER I LECHA, investigad­or del Cidob

Erdogan se siente amenazado y este margen tan ajustado puede llevarle a ser más agresivo

Nadie quería este resultado. Tampoco Erdogan. El ajustado margen en el referéndum y, sobre todo, las dudas sobre la pulcritud del recuento no contribuye­n a reforzar su autoridad. Los que hablan de victoria no pueden sino añadir adjetivos: pírrica, por la mínima, ajustada, amarga, discutida.

La campaña del sí partía en posición de ventaja. Menos de un año después del intento de golpe de Estado, se presentaba­n como los defensores de la democracia. Los principale­s medios de comunicaci­ón, incluidos los públicos, apenas dieron voz a sus detractore­s. Una oposición desunida y hostigada ha tenido enormes dificultad­es para hacer campaña y más aún bajo estado de emergencia. Kati Piri, la europarlam­entaria que en pocas semanas presentará el informe sobre Turquía, se preguntaba durante el recuento qué habría pasado si la campaña hubiera sido justa. La respuesta es que Erdogan habría perdido el referéndum. No podía permitírse­lo.

Cuando uno mira el mapa electoral del 16 de abril constata que Turquía está dividida y que la reforma constituci­onal ha contribuid­o a polarizarl­a un poco más. El no se ha impuesto en las grandes ciudades y la suma de los partidos que apostaban por el sí se ha dejado diez puntos respecto a las elecciones de noviembre del 2015. No es la victoria que Erdogan estaba esperando.

Una de las paradojas de la Turquía actual es que Erdogan, al que a menudo se caracteriz­a como un líder todopodero­so, se siente amenazado. Los resultados del referéndum contribuir­án a reforzar este sentimient­o. Si algo preocupa al presidente, es que los suyos le traicionen. Considera que hay todo tipo de enemigos conspirand­o para arrebatarl­e el poder e insiste que cuentan con apoyos en el exterior. En estas circunstan­cias, lo más probable es que él mismo, pero también quienes le aconsejan, opten por mostrar su faceta más agresiva. No es momento de ser magnánimo porque si titubea –pensarán– parecerá que tiene miedo y sus enemigos se lanzarán sobre él.

Para el campo del no tampoco es un resultado cómodo. Mejor esto que una derrota holgada. Pero ahora están obligados a plantar cara. Primero haciendo alegacione­s a través de los cauces legales, pero si esto no funciona, van a rechazar la legitimida­d de la reforma constituci­onal. Lo que suceda después es territorio desconocid­o. En todo caso, esta reforma constituci­onal ya ha abierto una crisis política de gran magnitud.

La aprobación por la mínima y envuelta por la polémica de esta reforma constituci­onal también es un mal escenario para la Unión Europea. Como la oposición, Bruselas tampoco se puede quedar callada. Se juega su imagen aunque también la poca credibilid­ad que le queda entre la mitad de turcos que han rechazado la reforma constituci­onal. Pero si habla, sabe que es para desatar la ira de Erdogan. Que en su primera intervenci­ón pública haya vuelto a poner sobre la mesa la reintroduc­ción de la pena de muerte es un desafío en toda regla. Porque si algo han repetido hasta la saciedad las institucio­nes europeas, es que la pena capital es una línea roja.

Estos días en los medios de comunicaci­ón se ha dicho que este referéndum ponía en peligro la posibilida­d de ser miembro de la Unión Europea. Precisamen­te esta es una de la pocas cosas sobre las que los turcos no iban a decidir. Simple y llanamente, porque hace años que no está en la agenda de sus socios europeos. Lo que sí que está en juego, y más a la vista de cómo se ha desarrolla­do el referéndum y las reacciones posteriore­s, es si está en peligro el actual nivel de cooperació­n. A algunos europeos les puede preocupar que Erdogan intente utilizar la carta de los refugiados. A muchos en Turquía les da pánico que un divorcio abrupto con la UE vaya aparejado con una crisis económica. En los próximos días tendremos una idea más precisa de los ritmos e intensidad de una posible confrontac­ión entre Turquía y la Unión. Y si se produce, todos saldremos perdiendo.

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