Cómo hacer una tortilla con huevos (rotos) de Espartaco
Empiezan a circular las primeras instrucciones para desobedecer y, al mismo tiempo, hacer el referéndum prometido por Junts pel Sí y la CUP. La propuesta de suscribir en bloque la convocatoria ha inspirado a algunos voluntarios con galones, que rememoran el punto álgido de Fuente Ovejuna, de Lope de Vega. Teniendo en cuenta que en la obra el pueblo se rebela contra la casta y acaba cargándose al comendador, no sé yo si la comparación es adecuada. Supongo que viene de asumir la responsabilidad solidariamente y, ante la intimidación y la pregunta de quién rompió más huevos para hacer la tortilla del referéndum, poder repetir todos a una: “¡Fuente Ovejuna, señor!”
Otro referente popular de insumisión es la película Espartaco. El villano romano interpretado por Laurence Olivier les suelta un discurso a los esclavos y les hace una propuesta que no sería el colmo de win win: no los crucificará si delatan a su líder. A punto de ser inhabilitado a perpetuidad, Kirk Douglas se levanta para admitir que ha sido él, pero enseguida se le suman otros esclavos que, con el orgullo gremial de quienes no tienen nada que perder, proclaman: “¡Yo soy Espartaco!” (la escena ha inspirado muchas vocaciones políticas).
Entrevistada por Al Yazira, la alcaldesa Ada Colau mantiene su estrategia de explicarse sonriendo, incluso cuando no hace falta. Insiste en que no desea una Barcelona sin vecinos ni ciudadanos y añade que, además, los turistas tampoco la querrían. La afirmación me inquieta porque al final de muchas frases Colau suele añadir un “¿no?” interrogador que desconcierta. En el ámbito doméstico, no debe de ser fácil interpretar a quienes se expresan así (“Pásame la sal, ¿no?”). Colau también denuncia el cierre de fronteras a los refugiados y afirma que siente rabia y vergüenza de ser europea.
El simbolismo épico del teatro y del cine quizás es demasiado grandilocuente para la política catalana. El curioso incidente (no sé si a media noche) de la grabación en la que David Bonvehí enumera las posibilidades de bricolaje electoral en una Catalunya posreferéndum ha provocado aspavientos inversamente proporcionales a la sustancia de la anécdota. El postureo del PDECat (si La Vanguardia le llama PDECat y la web del partido PDeCAT, ¿quién tiene razón?) subraya una solemne indignación mientras que ERC debe morderse las mejillas por dentro para no troncharse ni perder la apariencia de seriedad que, a la sombra de las encuestas, tanto le favorece interpretar. ¿Quién grabó a Bonvehí? Elemental, querido Watson: Fuente Ovejuna o Espartaco, ¿no?
La alcaldesa Colau mantiene su estrategia de explicarse sonriendo