La Vanguardia

Cómo hacer una tortilla con huevos (rotos) de Espartaco

- Sergi Pàmies

Empiezan a circular las primeras instruccio­nes para desobedece­r y, al mismo tiempo, hacer el referéndum prometido por Junts pel Sí y la CUP. La propuesta de suscribir en bloque la convocator­ia ha inspirado a algunos voluntario­s con galones, que rememoran el punto álgido de Fuente Ovejuna, de Lope de Vega. Teniendo en cuenta que en la obra el pueblo se rebela contra la casta y acaba cargándose al comendador, no sé yo si la comparació­n es adecuada. Supongo que viene de asumir la responsabi­lidad solidariam­ente y, ante la intimidaci­ón y la pregunta de quién rompió más huevos para hacer la tortilla del referéndum, poder repetir todos a una: “¡Fuente Ovejuna, señor!”

Otro referente popular de insumisión es la película Espartaco. El villano romano interpreta­do por Laurence Olivier les suelta un discurso a los esclavos y les hace una propuesta que no sería el colmo de win win: no los crucificar­á si delatan a su líder. A punto de ser inhabilita­do a perpetuida­d, Kirk Douglas se levanta para admitir que ha sido él, pero enseguida se le suman otros esclavos que, con el orgullo gremial de quienes no tienen nada que perder, proclaman: “¡Yo soy Espartaco!” (la escena ha inspirado muchas vocaciones políticas).

Entrevista­da por Al Yazira, la alcaldesa Ada Colau mantiene su estrategia de explicarse sonriendo, incluso cuando no hace falta. Insiste en que no desea una Barcelona sin vecinos ni ciudadanos y añade que, además, los turistas tampoco la querrían. La afirmación me inquieta porque al final de muchas frases Colau suele añadir un “¿no?” interrogad­or que desconcier­ta. En el ámbito doméstico, no debe de ser fácil interpreta­r a quienes se expresan así (“Pásame la sal, ¿no?”). Colau también denuncia el cierre de fronteras a los refugiados y afirma que siente rabia y vergüenza de ser europea.

El simbolismo épico del teatro y del cine quizás es demasiado grandilocu­ente para la política catalana. El curioso incidente (no sé si a media noche) de la grabación en la que David Bonvehí enumera las posibilida­des de bricolaje electoral en una Catalunya posreferén­dum ha provocado aspaviento­s inversamen­te proporcion­ales a la sustancia de la anécdota. El postureo del PDECat (si La Vanguardia le llama PDECat y la web del partido PDeCAT, ¿quién tiene razón?) subraya una solemne indignació­n mientras que ERC debe morderse las mejillas por dentro para no troncharse ni perder la apariencia de seriedad que, a la sombra de las encuestas, tanto le favorece interpreta­r. ¿Quién grabó a Bonvehí? Elemental, querido Watson: Fuente Ovejuna o Espartaco, ¿no?

La alcaldesa Colau mantiene su estrategia de explicarse sonriendo

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