La Vanguardia

Europa versus Turquía

- Pilar Rahola

En esta Europa émula de los monos gibraltare­ños, que ni ve, ni oye, ni habla, la única voz que se escucha es la alemana, capaz de poner palabras incómodas allí donde la mayoría impone silencios. A pesar de la germanofob­ia que abunda en los relatos de la Europa pretencios­a, lo cierto es que Alemania es la única que ha alzado la voz ante situacione­s críticas y no olvidemos que, en la crisis de los refugiados, ha sido la más generosa. Hoy vuelve a demostrar su liderazgo en solitario, esta vez ante los desmanes de un Erdogan que está desmontand­o, pieza a pieza, la otrora sólida democracia turca. Al estilo de un Maduro o de un Putin, en versión islámica, Erdogan edifica una dictadura encubierta, con poder plenipoten­ciario refrendado por un referéndum sin garantías, y que amenaza con destruir derechos fundamenta­les cimentados desde los tiempos de Atatürk. Sin ninguna duda, Turquía camina, a pasos agigantado­s, hacia la dictadura.

Y en esta situación alarmante, a las puertas de una Europa que le otorga la llave de los refugiados, que no le pide cuentas por las masacres de kurdos, ni se pregunta por el petróleo del EIIS vendido en el mercado negro turco, ni le interesa la brutal represión contra la oposición democrátic­a, nuevamente son los alemanes los únicos que dicen basta. Esta vez han sido diputados del partido de izquierdas que da apoyo al Gobierno, y que han pedido la retirada inmediata de los soldados alemanes de la base aérea de Incirlik, donde participan en la operación internacio­nal contra el Daesh. También han exigido la suspensión de los sustancios­os envíos de armas alemanas a Turquía con un añadido que debería ser catecismo político: “Pedimos al Gobierno que aclare lo siguiente: si está de parte de la democracia o de parte de la dictadura de Erdogan”. Alemania ya tuvo un reciente problema diplomátic­o con Turquía cuando aprobó una resolución parlamenta­ria que tacha de genocidio la masacre del imperio otomano contra los armenios en 1915.

Turquía respondió prohibiend­o temporalme­nte la entrada de legislador­es alemanes a la base aérea conjunta. Por cierto, y en paréntesis, el próximo lunes se conmemora el día del genocidio armenio, reconocido como tal por Catalunya y el País Vasco, pero nunca reconocido –as usual– por España.

Vuelta a la tuerca, pues, de una Turquía que ha descubiert­o, para satisfacci­ón infernal, que es impune a sus desmanes, que tiene a Europa cogida de los cataplines y que nadie le soplará sus vergüenzas. Nadie a excepción de esas pocas voces de la Mittel Europa que se alzan en el desierto. Europa está actuando como un animal acobardado, escondido en su madriguera, incapaz de mantener los principios éticos que deberían definirla. Y así crecen los monstruos: al norte, el monstruo ruso; al este, el turco; al oeste, la estampida anglosajon­a, y en medio del triángulo, el vacío de valores que acabará devorándon­os.

Turquía ha descubiert­o que es impune a sus desmanes, porque tiene a Europa cogida por los cataplines

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