El más veterano
Miquel Pucurull tiene 78 años y ha completado 45 maratones a lo largo de una vida que no concibe sin salir a correr
Miquel Pucurull Fontova nació en Barcelona el 3 de diciembre de 1938, cuando se disparaban las últimas balas de la Guerra Civil. Fue el hijo menor de un conductor de tranvías y de una portera del Eixample. La humildad de los recursos familiares hizo que sólo pudiera ir al colegio hasta los 14 años. Luego aprendió el oficio de sastre, pero al regresar del servicio militar cambió las tijeras por la mecánica. Entró como controlador estadístico en una fábrica de máquinas de escribir. Ganaba poco –ya estaba casado– y a mediados de los años sesenta empezó a hacer de vendedor de máquinas de oficina. En 1966, entró en una compañía de multicopistas, fotocopiadoras e impresoras, donde trabajó durante treinta y ocho años, hasta su jubilación en el 2004 con 65 años. Por el camino, dos hijas y cuatro nietos.
Cuando era joven jugaba al baloncesto. Ahora es corredor de fondo. Él puntualiza que es “corredor popular de fondo”, pero después de 45 maratones completados desde que empezó a correr –para perder peso– cuando tenía 40 años, y muchos medios maratones y carreras de distancias varias –dice haber corrido más de 600 carreras–, Pucurull es lo más alejado del runner dominguero que uno se pueda imaginar. Consiguió adelgazar y, desde entonces, no ha dejado de correr más que cuando ha estado lesionado –“afortunadamente muy pocas veces”, dice– o enfermo. Asegura que en treinta y ocho años sólo ha estado un día en la cama, por una gripe, hace más de veinte años.
“Antes trataba de mejorar mis marcas, pero ahora corro para alejar los problemas inherentes a la edad. Me va muy bien en todos los aspectos, los físicos y los anímicos”, explica Pucurull. Al final ha conseguido arrastrar hacia el asfalto a varios miembros de su familia. Su esposa, Felicitat Caldentey, 76 años, ha corrido seis maratones; y su hija mayor, Elisenda, fue desde el año 1989 hasta 1991 campeona de Catalunya de maratón de forma consecutiva, una de las mejores maratonianas de España de su época (estuvo en la selección española), y ganadora del maratón de Barcelona de 1990.
Hombre inquieto y de conversación lúcida, también se ha teni- do que enfrentar al temido muro del que hablan los corredores. Una vez jubilado hizo un curso de acceso a la universidad y a los 66 se matriculó en Sociología. Cursó los cuatro años, aunque no se licenció. Por culpa del estrés, sufrió un grave lapsus de memoria después de un examen y decidió ir a las clases, pero no examinarse. Participa en programas radiofónicos –entre ellos Ultraesports, que emite RAC1–, escribe artículos y manda cartas a los periódicos como la que recibió La Vanguardia para defender las bondades del running. Además, como practica “un deporte de alta intensidad a una edad avanzada”, a veces le invitan a “participar en charlas y mesas redondas” para explicar su experiencia. Pucurull es muy activo en las redes sociales y mantiene un puñado de blogs, todos dedicados al mundo de la zapatilla y el asfalto.
Cuando se suprimió el maratón de Barcelona en el 2005, él encabezó una plataforma ciudadana para que la prueba se retomara al año siguiente. Eso le valió pertenecer al comité promotor de la prueba, con voz pero sin voto, durante diez años.
Los últimos tres años ha realizado una acción solidaria en el maratón de Barcelona que se llama “Corre el maratón de BCN conmigo, para los niños diabéticos” para ayudar a la investigación que hace el hospital de Sant Joan de Déu sobre la diabetes infantil. Miquel Pucurull ha escrito un libro, Mai és tard, sobre sus vivencias corriendo. “No sé si lo consigo, pero en él trato de estimular a que todo el mundo, especialmente la gente de cierta edad, haga algún tipo de ejercicio”, explica su autor. Los derechos del libro también se destinan al hospital de Sant Joan de Déu para ayudar en la investigación de la diabetes infantil.
De joven jugó al baloncesto, empezó a correr con 40 años y ya lleva más de 600 carreras de fondo