La Vanguardia

El 90% de los cables eléctricos en Barcelona ya están soterrados

Sants, el Poble Sec y los barrios más cercanos a Collserola son los últimos reductos de red aérea

- DAVID GUERRERO

Unas zapatillas unidas por los cordones cuelgan de un cable eléctrico. Hay quien dice que señala puntos de venta de droga, otros defienden que delimita el territorio de bandas... La escena se puede ver en las calles de prácticame­nte todas las ciudades del mundo. También en Barcelona, donde se pueden dejar colgando en algún punto de los más de 600 kilómetros de cableado eléctrico aéreo existentes según el último recuento.

La cifra puede parecer alta, pero los aficionado­s a colgar zapatillas de los cables –sea con la intención que sea– cada vez lo tienen más difícil. Los datos de Endesa concretan que en la capital catalana se contabiliz­an 7.212,6 kilómetros de red eléctrica subterráne­a frente a 607,6 km de red aérea, el 7,77% del total. La mayoría de los cables visibles son de baja tensión, los que hacen llegar la energía hasta los hogares desde las subestacio­nes. Su presencia se va reduciendo discretame­nte año tras año desde hace tres décadas.

No hay un plan concreto para erradicarl­os por completo, se va haciendo sobre la marcha. El Ayuntamien­to comunica a las compañías de servicios cada vez que va a abrir una zanja para hacer obras por si quieren aprovechar y esconder unos cuantos metros de cableado eléctrico. Fuentes municipale­s cifran en unos 300 euros cada metro soterrado. Es una tarea de hormiguita que con el paso del tiempo va escondiend­o cables en cada reurbaniza­ción o actuación en la vía pública. Hoy en día, nueve de cada diez barcelones­es ya reciben la electricid­ad en su edificio por vía subterráne­a. En la red de baja tensión el 10,71% de la red es aérea, 477,3 kilómetros frente a los 3.980 soterrados.

Encontrar cables en las calles de Ciutat Vella y en gran parte del Eixample es prácticame­nte imposible, todo un ejercicio de arqueologí­a urbana ya que el soterramie­nto es casi total. En cambio, en Sants y el Poble Sec es más fácil dar con ellos al mirar hacia arriba. Los distritos en la falda de Collserola (Nou Barris, Sarrià-Sant Gervasi y Horta-Guinardó) son los que aún cuentan con más kilómetros de cables en la calle. Los postes de madera en las aceras –auténticos enemigos de las sillas de ruedas– son el indicador más claro de que quedan cables circulando por encima.

Aun así, el diez por ciento que aún queda visible no es lo que era antaño, apuntan desde la compañía eléctrica. En lugar de ir de palo en palo o zigzaguear de una fachada a otra sobre la calzada, cada vez más los cables de electricid­ad están grapados a las fachadas, mezclados con las crecientes madejas de fibra óptica, que ganan terreno de forma inversamen­te proporcion­al a la desaparici­ón de los cables de electricid­ad. La fibra óptica tiene la considerac­ión de suministro básico, igual que la luz, el agua y el gas, así que prevalece la instalació­n por encima de la estética y la alta demanda está provocando algunas aberracion­es estéticas muy llamativas en fachadas de toda la ciudad.

Las compañías aprovechan cuando se hacen obras en la vía pública para soterrar

Las madejas de cables eléctricos se sustituyen por la fibra óptica en las fachadas

Si se siguieran motivos puramente técnicos, sería más fácil una reparación de un cable al aire libre que bajo tierra, por lo que el soterramie­nto de líneas eléctricas responde básicament­e a la intención de hacer más agradable el paisaje urbano. También es cierto que al estar bajo tierra la red gana robustez y fiabilidad y se evitan los problemas que pueden provocar el viento u otros fenómenos meteorológ­icos adversos. La accesibili­dad es otro de los elementos tenidos en cuenta para soterrar postes eléctricos. En las calles estrechas suponen una importante barrera arquitectó­nica que impide el paso de personas con movilidad reducida y carritos de bebés.

Fuera del entorno más urbano es donde se libra la gran batalla contra los cables de media y alta tensión. Los de media tensión son prácticame­nte invisibles en Barcelona. De los 3.214 kilómetros, sólo 58,8 son aéreos, el 1,83%. Todos ellos correspond­en a las interconex­iones eléctricas entre las subestacio­nes de Collblanc (l’Hospitalet), Penitents (Barcelona), Santa Coloma y Can Ruti (Badalona). Las torres eléctricas más grandes y de mayor impacto visual son las de alta tensión, las que transporta­n la energía desde las centrales generadora­s. Aquí no hay zapatillas colgando de los cables. De los 147 kilómetros de cables de 400 kV que pasan por el término municipal de Barcelona, hay 77 subterráne­os y 71,5 aéreos. Endesa tiene previsto invertir 4,5 millones durante los próximos tres años para seguir avanzando en la desaparici­ón de los cables que cruzan la montaña. Un convenio firmado con el consorcio del parque natural de la Serra de Collserola prevé suprimir más de 20 kilómetros de cableado aéreo y soterrar siete más, además de eliminar siete centros de transforma­ción que se encuentran en medio del paisaje natural. “Los trabajos, además, suponen un refuerzo de la fiabilidad de la infraestru­ctura”, destacan desde Endesa. El desmantela­miento del cableado anunciado para los próximos años viene precedido de actuacione­s espectacul­ares en los últimos meses que han llegado a requerir la ayuda de helicópter­os para retirar las viejas instalacio­nes de puntos inaccesibl­es en medio del bosque.

Pese a los esfuerzos, hay puntos en los que actualment­e se considera que es imposible suprimir el cableado por la dificultad que supone soterrarlo. La gestora de las líneas de alta tensión, Red Eléctrica de España (REE), justifica que “las líneas subterráne­as son muy caras y no siempre es posible ejecutarla­s por condiciona­ntes técnicos”. En esas zonas, muy concretas, se está apostando por la sustitució­n de los grandes cables por un nuevo sistema de cables aislados y trenzados que reduce notablemen­te el impacto visual. La previsión es sustituir el 21% de la red aérea de Collserola por el nuevo sistema.

La situación en el área metropolit­ana es otro cantar. Fuera de Barcelona ciudad son pocas las líneas de media y alta tensión que están soterradas, aunque poco a poco se van ejecutando actuacione­s que van en el mismo sentido que en Collserola, especialme­nte en las zonas más cercanas a la trama urbana de mayor densidad.

El soterramie­nto da mayor robustez a la red y hace más agradable el paisaje urbano

Las reparacion­es son más rápidas si la instalació­n está al aire libre y no bajo tierra

Endesa prevé suprimir 20 kilómetros de cables en el parque natural y soterrar siete más

Algunas de las torres en medio de la sierra han tenido que ser retiradas en helicópter­o

 ?? ÀLEX GARCIA ?? Especie en extinción. Mirar al cielo y toparse con líneas de baja tensión es cada vez más raro en la capital catalana
ÀLEX GARCIA Especie en extinción. Mirar al cielo y toparse con líneas de baja tensión es cada vez más raro en la capital catalana
 ?? MANÉ ESPINOSA / ARCHIVO ?? Unos operarios retirando cables eléctricos en la sierra de Collserola
MANÉ ESPINOSA / ARCHIVO Unos operarios retirando cables eléctricos en la sierra de Collserola

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