El autor de ‘Veo veo’
El tuit de condolencia que la Sociedad General de Autores colgó ayer al mediodía, lamentando el fallecimiento de Eduardo Rodrigo, calificaba a este de forma muy acertada de “polifacético”. Porque si había algo que había caracterizado al músico argentino, fallecido ayer en Madrid a los 73 años a causa de un fallo respiratorio derivado de una enfermedad pulmonar grave, y conocido principalmente por estar casado con Teresa Rabal y haber compuesto algunas celebérrimas canciones para niños (Veo veo, De oca a oca, Me pongo de pie o Palmitas con palmitas), era su versatilidad profesional.
De hecho, y antes de que se diera a conocer en esa doble condición (o múltiple, si se le añade la del mundo del circo, el universo de la televisión y la familia de los Rabal), Rodrigo protagonizó una sólida carrera como cantautor, aunque ya antes, a los 14 años, comenzó a escribir canciones y poemas. Una singladura profesional primero en la ciudad argentina de provincias de San Juan y posteriormente en la agitada senda de la canción de protesta latinoamericana, dando luz a algunos títulos de indudable eco e impacto en el decenio de los sesenta como Collar de caracolas,
Luna playera o Pedrito. En 1970 realizó su primera gira europea, que también recaló en España, en donde grabó su poema Los ojos de
Charly, premiado en el Instituto de Cultura Hispánica; un año después recibió el premio de la Crítica del Festival de Almería y en 1972 su nombre comenzó a trascender levemente en la escena local al ganar el primer premio del Festival de Benidorm con su canción A María yo encontré.
Con esos antecedentes fue casi lógico que en 1973, Rodrigo (hijo de padre español y madre argentina) decidiera instalarse en España, justo antes de la llegada de la dictadura militar a su tierra natal. En los años siguientes fue afianzando su nombre, su persona y su pericia compositora en España como músico de bandas sonoras para cine y TVE, como compositor para otros o como autor de sus propios discos. Hasta que conoció a Teresa Rabal. La pareja se casó en 1977 y un año después empezaron a actuar como dúo artístico. Y para 1980, ya habían dado con la fórmula: Teresa, en solitario, llevaría las formas de la canción latinoamericana al público infantil, mientras que Eduardo Rodrigo escribía para ella. Así pasaron diez años de éxito.
En el comunicado hecho público ayer por la propia Teresa Rabal –hija del actor Paco Rabal y de la actriz Asunción Balaguer– se puede leer: “Juntos construimos una carrera y una familia que nos ha hecho muy felices durante estos 44 años. Fue un excelente padre, el mejor, un abuelo maravilloso y un marido excepcional, a quien siempre recordaremos con una sonrisa, por su generosidad y su sentido del humor, que le acompañó hasta el último momento. La vida con él fue siempre un regalo”.
Durante ese decenio de extraordinaria acogida, donde aquellos títulos de canciones infantiles entraron a formar parte de una generación de niños españoles, el espectáculo Una cigarra
llamada Teresa, estrenado con enorme éxito en 1979, supuso el arranque de una densa carrera. Tras esa década de esplendor, Eduardo Rodrigo vivió de la música para televisión, además de la compañía de circo que había fundado con su esposa (bautizada de una forma no muy original como El Circo de Teresa Rabal).
Casado con Teresa Rabal en 1977, el músico también escribió ‘De oca a oca’ o ‘Me pongo de pie’