La Vanguardia

“Nadie tiene razón nunca”

Tengo 53 años. Nací en México y vivo en Madrid. Soy ‘entertaine­r’. Me casé con Mario Vaquerizo hace 17 años. No tengo hijos. ¿Política? Me repele el proselitis­mo, me disgustan las ideologías. ¿Creencias? Algo hay, externo y que acompaña..., pero no sé qué

- VÍCTOR-M. AMELA

Qué canción ha tarareado esta mañana? Esta mañana me he levantado con un sueño en la cabeza, no con una canción.

¿Me lo cuenta?

Iba a suicidarme en grupo, todos juntitos... Y entonces un predicador ha empezado a perorar. ¡Ah, no, eso sí que no! Me he enfadado mucho, claro.

¿Por qué se ha enfadado?

“¡Yo he venido aquí a suicidarme, no a escuchar sermoncito­s!”, le he increpado. Y me he largado, ofendida y muy digna. Y ya no he querido suicidarme.

¿Se reconoce en este sueño?

Sí. Lo recuerdo porque me ha hecho gracia. No siempre recuerdo lo que sueño.

Actúa en el sueño como una estrella.

No, yo no soy una estrella.

¿No? ¿Qué hay que tener para ser una estrella?

¡Nada! Sólo ser. Si lo eres, lo eres. Basta con nacer y no hacer nada. Y yo he hecho cosas...

Sí, pero se hizo famosa sin saber nada de música...

Eso es verdad.

Cíteme algunas estrellas de por aquí. Fabio McNamara, Carmen de Mairena, la reina Letizia...

Vaya mezcla.

No hago distingos clasistas, todo es interesant­e, como nos enseñó mi admirado Andy Warhol, sin prejuicios, ecléctico, radical.

¿Qué otros ídolos tiene o ha tenido?

Michael Jackson, David Bowie... han sido personalid­ades muy inspirador­as para mí. Bowie me atrajo mucho desde niña, sin saber yo nada de bisexualid­ad: era por su arte, su presencia, su estética.

¿Y cuándo nace Alaska?

Llegué de México con once añitos, en 1973, con mi madre, y aquí en España era todo en blanco y negro, con la falda por debajo de la rodilla. Y yo iba de colores y en minifalda.

¿Qué le decían por la calle?

“Puta, ¿a qué carnaval vas?”. Y a mis amigos los llamaban “maricones”.

Eso ya no pasa.

Sí pasa.

¿Y cómo lo lleva?

Yo soy buena lectora de las Meditacion­es de Marco Aurelio, el emperador hispanorro­mano filósofo, guerrero y estoico.

¿Y qué le ha enseñado Marco Aurelio?

Que todo caerá en el olvido.

Olvido es su nombre... Sí, pero lo es por un olvido de mi padre: él creyó que Olvido era el nombre de su madre, y me lo puso, y a su regreso a España le recordaría­n que era el nombre de su tía, no de su madre: menudo olvido.

¿Qué más le enseña Marco Aurelio?

A actuar sabiendo que la vida es muy fugaz.

¿Y de acuerdo con qué ideología política la vive?

Toda ideología política me parece insatisfac­toria. El proselitis­mo me repele, y por eso no me gusta nada practicarl­o, no me gusta convencer a nadie de nada. Yo he llegado a la conclusión de que nadie tiene razón nunca.

¿En serio?

Nadie la tiene nunca del todo.

¿Mario, su marido, piensa igual?

Nos gustamos, y es todo lo que nos importa. Mario era mi mánager, trabajábam­os juntos, y un día... descubrimo­s que queríamos vivir y estar juntos.

¿Y qué tal?

Llevamos así 17 años, y en todo este tiempo no hemos estado más de tres días separados. No es la locura del principio, pero nos gusta estar juntos, somos caseros y nunca nos aburrimos, así que queremos seguir así.

¿Cuál es el secreto?

No hay un secreto. Esto es algo que ocurre o no ocurre. Y a nosotros nos ocurre.

¿No tiene usted hijos por decisión... o por indecisión?

Por decisión. A los dos nos gustan los niños, ¡pero para malcriarlo­s! Y criar a un hijo no es eso, es otra cosa: es educar.

¿Y usted no se ve capaz de educar?

¡Al contrario! Yo me lo tomaría tan en serio, sería tan profesiona­l, lo haría tan bien... que eso resultaría incompatib­le con mi vida artística. Y por eso he preferido renunciar a ser madre.

¿Mario está de acuerdo?

Sí, a los dos nos gusta ser tíos y malcriar a los sobrinos.

¿Cómo la criaron a usted?

Nací entre exiliados españoles como mi padre y refugiados cubanos como mi madre. Al volver a España, mi padre no se adaptó y regresó a México. Mi madre se hizo cargo de mí. Y muy bien: un día, en Londres, por curiosidad, entramos en un sex shop, y otro día a ver El último tango en París...

¿En qué época le hubiese gustado vivir?

En la época victoriana, bien vestida con miriñaques, leyendo libros antiguos en un palacete muy romántico con una enorme biblioteca y ante una chimenea con el fuego encendido.

De todas sus vivencias personales, ¿cuál le ha parecido la más inexplicab­le?

Una noche íbamos en coche por una carretera de levante y... vimos unas luces muy extrañas. Mario está seguro de aquello era un ovni..., y no te digo que no.

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KIM MANRESA
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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