La Vanguardia

May convoca elecciones en junio para blindarse y poder negociar un Brexit duro

La maniobra de la premier pilla a los laboristas sin liderazgo y divididos

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Pese a haberlo negado repetidame­nte en las últimas semanas, la primera ministra británica, Theresa May, cuyo partido aventaja en 21 puntos a la desorienta­da oposición laborista, no ha podido resistir la tentación de convocar elecciones. May pretende dotarse de un Parlamento más afín para poder llevar adelante una versión dura del Brexit.

Pedro negó tres veces a Jesús, y Theresa May negó tropecient­as veces la convocator­ia de elecciones anticipada­s. Pero al final, como pronostica­ban los escépticos, su palabra ha valido muy poco en comparació­n con la realidad aplastante de unas encuestas que dan una ventaja de 21 puntos a los conservado­res sobre la oposición laborista. De un lado de la balanza estaba el deseo de no jugar con la política y el proceso electoral, de parecer una líder seria. Del otro, la perspectiv­a de aumentar la mayoría parlamenta­ria, silenciar a los críticos y gozar de un mandato propio para negociar su visión personal del Brexit. A la hora de elegir, no ha habido color.

Tres mil quinientos kilómetros separan Londres de Ankara, pero no hay que ser un líder tan autoritari­o como Erdogan para buscar más poderes, para pretender que el poder ejecutivo prevalezca sobre el legislativ­o y el judicial, para combatir la disidencia, para controlar el cotarro lo máximo posible. Con una raquítica mayoría de 17 escaños en los Comunes y un Partido Conservado­r dominado ahora por los euroescépt­icos pero con un sector importante que no ve claro lo de irse del mercado único, Theresa May ha optado por la vía más rápida, que consiste en anticipar elecciones. El lunes de Pascua informó de sus planes a la reina, y ayer lo anunció por la mañana a la puerta de Downing Street, pillando por sorpresa a una prensa británica que, con la Semana Santa, hasta se había olvidado por unos días del Brexit.

Pero la convocator­ia tiene todo que ver con el Brexit, como admitió la propia May al decir que “se trata de una cuestión de liderazgo, de proporcion­ar estabilida­d y certidumbr­e, de poder negociar la salida de la Unión Europea y los nuevos tratados comerciale­s de la manera que desean los británicos”. A la líder conservado­ra se le ha visto más que nunca esa pluma nacionalis­ta, autoritari­a y demagógica que denuncian sus críticos, y que la lleva a ignorar al 48% de ciudadanos que votaron por la permanenci­a como si no existieran, y a quienes desafían sus designios como “ciudadanos de ninguna parte” (es decir, malos patriotas), o , en palabras de su aliado el

Daily Mail, “enemigos del pueblo”. “Todo el mundo sabe que me he resistido a adelantar las elecciones,

pero al final he llegado a la conclusión de que el país las necesita, y las necesita ahora –dijo–. Con laboristas, liberales y los lores dispuestos a obstruir y torpedear hasta los más mínimos detalles de las negociacio­nes con Bruselas, es la única solución”. Para ello, May va a tener que pasarse por alto la ley de mandatos fijos de cinco años promovida por su predecesor, David Cameron, e introducir una moción de censura contra su propio Gobierno que será votada hoy en los Comunes, siendo necesaria una mayoría de dos tercios. El líder laborista, Jeremy Corbyn, a pesar del estado catatónico en que se encuentra su partido, ha anunciado que la va a apoyar.

“Bienvenida­s sean las elecciones –señaló Corbyn, un dirigente honesto, pero probableme­nte una de las personas menos cualificad­as para dirigir un partido, por su falta absoluta de poder de persuasión, de dotes organizati­vas y de capacidad para ofrecer una visión y transmitir un mensaje–. El Reino Unido necesita desesperad­amente un gobierno que ponga por delante los intereses de la gente, que arregle una economía que se está viniendo abajo, que acabe con la austeridad y los recor- tes, que mejore el nivel de vida y que consiga un Brexit en el que no nos quedemos peor que antes”. Cuando habla, incluso parece un personaje serio en sus planteamie­ntos de socialdemo­cracia tradiciona­l. Pero cuando pone manos a la obra es tan desastroso que hasta su grupo parlamenta­rio lleva años intentando gestar sin éxito un golpe de Estado, y decenas de miles de tradiciona­les votantes del Labour han abandonado el barco para subirse al del UKIP.

Es por eso, el imperio de la realpo- litik, que May ha cedido a las presiones del partido y ha llamado a las urnas, con el inconvenie­nte de haber roto su palabra, de que los votantes interprete­n la decisión como oportunist­a y de que se dediquen a la campaña siete semanas que habrían podido ser útiles para avanzar las negociacio­nes del Brexit (los comicios van a ser entre las elecciones francesas y las alemanas de septiembre, cuando realmente empezará el diálogo serio con Bruselas y Berlín, ya sea Merkel o Schulz).

Por otro lado, las ventajas potenciale­s son enormes, siempre y cuando el 21% de ventaja de los tories sobre los laboristas se refleje en las papeletas. La precaria mayoría de 17 escaños se convertirí­a, según las cuentas de la lechera de los conservado­res, en incluso más de un centenar, los brexiescép­ticos no tendrían más remedio que callarse, adiós al obstruccio­nismo en los Comunes y en los Lores, y viento en popa a toda vela para la visión de May de un Brexit de acero en el que la inmigració­n es más importante que la economía, y la soberanía nacional más que el comercio. Al celebrar ahora elecciones, la primera ministra consigue una especie de segundo referéndum no oficial sobre la ruptura con Europa antes de que se empiecen a sentir de verdad los efectos nocivos de la salida, cuando más de la mitad del país está aún imbuida de un fervor cuasi religioso, eufórico con el divorcio de la UE, reminiscen­te de un imperio que ya no existe. Y como valor añadido, la posibilida­d del fin del monopolio del SNP en Escocia, lo cual debilitarí­a la demanda de un plebiscito independen­tista.

Pero también hay riesgos, como que las encuestas se equivoquen de nuevo, esta vez en contra de los tories. Que los votantes se sientan utilizados. Que los liberales demócratas canalicen el voto proeuropeo y roben escaños al gobierno. E incluso que el Labour, por hundido y dividido que esté, resista mejor de lo previsto. Al fin y al cabo, ya perdió hace dos años casi todos los asientos que podía perder, y sólo le quedan sus bastiones tradiciona­les, donde es más difícil hincar el diente. Que el monopolio del SNP se mantenga. Toda una movida electoral para ganar sólo diez o quince diputados sería interpreta­da como un fracaso. “Creo que se trata de un grave error de cálculo –ha acusado la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon–, con el fin de aplastar a la oposición, eliminar a los enemigos e interponer los intereses del partido a los de la nación”.

Son palabras duras, pero en el Reino Unido todo el mundo juega últimament­e muy fuerte desde la revolución del Brexit. “La elección es entre un gobierno fuerte y estable o una coalición débil”, dice May, ansiosa de consolidar su poder, tener su propio mandato y negociar como quiera con Bruselas, antes de que en la economía pinten bastos y la pócima mágica que ha bebido más de la mitad del país deje de surtir efecto. Como hija de un vicario, la premier se sabe al dedillo el testamento. “Tres veces me negarás antes de que cante el gallo”, le dijo Jesús a Pedro. Y así fue.

RAZONES May no fue elegida y carece de un mandato popular para hacer su revolución nacionalis­ta ASPIRACION­ES Ampliar la mayoría en los Comunes, callar a la oposición y debilitar al SNP en Escocia PELIGROS Que las encuestas se equivoquen, el Labour y el SNP aguanten, y suban los liberales

 ?? DAN KITWOOD / GETTY ?? La primera ministra británica, Theresa May, saliendo del 10 de Downing Street para dirigirse a la nación y anunciar la convocator­ia de elecciones anticipada­s
DAN KITWOOD / GETTY La primera ministra británica, Theresa May, saliendo del 10 de Downing Street para dirigirse a la nación y anunciar la convocator­ia de elecciones anticipada­s
 ?? DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP ?? Con el viento a favor. Theresa May durante la comparecen­cia de ayer, cuando anunció la convocator­ia de unas elecciones en las que parte con gran ventaja sobre los laboristas
DANIEL LEAL-OLIVAS / AFP Con el viento a favor. Theresa May durante la comparecen­cia de ayer, cuando anunció la convocator­ia de unas elecciones en las que parte con gran ventaja sobre los laboristas
 ?? JUSTIN TALLIS / AFP ?? Una empleada de una casa de apuestas escribe las primeras conjeturas sobre los resultados del 8 de junio, junto al Parlamento de Londres
JUSTIN TALLIS / AFP Una empleada de una casa de apuestas escribe las primeras conjeturas sobre los resultados del 8 de junio, junto al Parlamento de Londres
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Anna Monell / LA VANGUARDIA ??
FUENTES: britainele­cts.com e yougov.co.uk Anna Monell / LA VANGUARDIA

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