Los Mossos d’Esquadra recuperan el cargo de ‘major’
El jefe de la policía catalana pone en valor que los nuevos galones “blindan” su independencia ante cualquier vaivén político
El Palau de la Generalitat acogió ayer el nombramiento de Josep Lluís Trapero como nuevo major de los Mossos d’Esquadra. Fue un acto sobrio, pero con una gran carga política y emocional, al que asistieron casi todos los miembros del Govern, capitaneados por el president Carles Puigdemont. La policía recupera con la designación de major el cargo de más alta representación en su estructura, y al que sólo concursó Trapero.
No era un día para grandes discursos. Será este viernes, en la celebración del día de las Esquadres, cuando el major defina los ejes de su proyecto para la policía catalana en los próximos años. Ayer dedicó sus primeras palabras a sus padres, inmigrantes en Santa Coloma de Gramenet, a su mujer, su familia, y a los amigos que le han ayudado a modelar su carácter y personalidad. Después puso en valor la importancia que tiene para la institución recuperar una figura que, a su juicio, nunca debió quedar vacante.
“Una inmensa mayoría de los mossos vivimos esta profesión desde la trascendencia”, dijo Trapero, quien aseguró que los hombres y mujeres que visten el uniforme de policía “no trabajan de mosso, siempre son mossos”.
Puigdemont fue igual de breve. Aplaudió la evolución de la policía catalana y citó tres de los retos que tiene por delante: la lucha contra el yihadismo, la ciberdelincuencia y la gran lacra de la violencia machista. Después se preguntó cómo era posible que los Mossos no tuvieran silla y voz propia en los foros internacionales en los que se tratan temas que afectan a la seguridad de los catalanes. Y pidió al Gobierno central que convoque de una vez la Junta de Seguridad, que no se reúne desde el 2009.
No quiso el president dejar pasar la oportunidad de hacer una referencia velada a los escenarios políticos que se avecinan recordando a los Mossos que son una policía “comprometida con la sociedad a la que sirven” y “comprometida también con el futuro que elijan los catalanes para este país”.
Escuchando en primera fila estaban los nuevos ocho comisarios que también fueron nombrados ayer para reforzar una estructura que sufre un grave déficit de agentes y a la que pronto se sumarán otros 500 mossos. Ayer se publicó la convocatoria, de la que estaba especialmente orgulloso el conseller de Interior, Jordi Jané, principal valedor, con el director de la policía, Albert Batlle, no sólo de Trapero, sino de la recuperación de la fi- gura de major. El cargo estaba vacante desde el año 2007, cuando el
major Joan Unió, que por cierto no fue invitado al acto de ayer, abandonó los Mossos.
Durante todos estos años hubo un interés especial de algunos políticos al frente de la Conselleria d’Interior de dejar vacía la plaza y romper la jerarquía natural de la policía. De esa manera, los responsables políticos ganaban poder y autoridad en la línea de mando uniformada. No fueron pocas las voces que intentaron hasta el último momento convencer a Jané, e incluso a Puigdemont, de que era “un error” recuperar la figura de major porque, advertían, “se perpetuaba” en el cargo a un comisario que nunca podría ser relevado. Los críticos no contaban con una reciente reforma del organigrama que permite nombrar a un segundo major que se haga cargo de la jefatura del cuerpo.
En cualquier caso, el major Trapero no mandará más de lo que ha podido ya mandar en sus últimos años al frente de los Mossos desde que fue nombrado comisario jefe en sustitución de Josep Milán, en el 2013. Ni cobrará más sueldo, ni tendrá más competencias. Pero sí tiene a partir de ahora un mayor reconocimiento institucional y político. Un papel que Trapero ha defendido siempre en beneficio de la “madurez” de la policía catalana y porque los nuevos galones blindan más su independencia ante cualquier vaivén político.
Durante los últimos meses de convulsión política no han sido pocos los que han intentado utilizar a los Mossos como arma arrojadiza de los diferentes bandos, a favor o en contra del proceso. Otros les han exigido que avancen públicamente qué harán si se convoca un referéndum y desde los tribunales en Madrid se les obliga a retirar las urnas. Pese a las presiones, Trapero ha logrado mantener a los Mossos al margen del debate político. Y ha conseguido blindar a la organización asumiendo personalmente cualquier actuación vinculada con el proceso. El ya major sostiene que las tres barras de los galones de su nuevo uniforme refuerzan más la independencia de todo el cuerpo.
En los Mossos algunos no ven bien el nombramiento. El sindicato SPC criticó que la elección “no se haya hecho con garantías de independencia ni de igualdad de oportunidades” y ha impugnado el concurso en los tribunales. El SME, por el contrario, pone en valor la independencia que gana la máxima autoridad policial porque ejerce “un cargo más impermeable” a cualquier presión política.
Trapero no cobrará más, ni mandará más que de comisario jefe, pero sí tendrá un mayor reconocimiento