Buenos propósitos
La denominada inversión socialmente responsable ha vuelto a despegar después de los años de la crisis: según una investigación publicada ayer y llevada a cabo por EAE Business School, el volumen de activos ha crecido en casi todos los mercados en los últimos dos años, hasta llegar a un 25% del total a finales del 2016.
La denominada inversión socialmente responsable ha vuelto a despegar después de los años de la crisis. El volumen de activos ha crecido en casi todos los mercados en los últimos dos años hasta llegar a un 25% del total a finales del 2016. Es el resultado de una investigación llevada a cabo por la EAE Business School, que se publicó ayer.
Europa es donde estos productos de inversión son más populares. Suman un total de 1.138, un 53% de los fondos gestionados, y suponen unos activos valorados en 372 billones de euros. El país que más tiene es Francia, con 395. En España sólo operan 23. Su volumen asciende a aproximadamente 2,2 billones de euros, y el 84% del patrimonio está concentrado en tan sólo tres fondos. En términos relativos, el mercado español está muy por debajo del resto de los países de su entorno. Hay que tener en cuenta que España es el país de Europa con menor proporción de inversores minoristas, con menos del 2%, con relación a la media europea (22%).
Aun así, para los próximos años se espera un crecimiento debido a la mayor concienciación en materia de responsabilidad social corporativa. En este sentido, el estudio certifica que la generación Y, nacida a caballo entre los años ochenta y noventa, valora mucho más las compañías comprometidas con obtener, además de beneficios económicos, un retorno para la sociedad.
En cuanto a rentabilidad, los investigadores desmontan el mito de que estos fondos socialmente responsables ofrezcan retornos muy inferiores a los tradicionales. Por ejemplo, en España en los últimos cinco años más de 100 fondos han tenido una rentabilidad superior al 14% y en más de 600 ha sido superior al 5%, lo que está en línea con el resto del mercado.
Estos fondos seleccionan empresas según el impacto que tiene su actividad en el medio ambiente o en su entorno social. También evalúan el estilo de gobernanza y cómo se obtienen los resultados económicos. Yanna Stefanu, profesora investigadora de esta escuela de negocios y una de los autores del informe, cree que con estas mediciones los criterios se han perfeccionado. Con alguna excepción. “En España el sistema es más laxo, basado en la mera exclusión de las firmas que no cumplen y esto incide en la credibilidad de estos”, lamenta.