Trump bendice sin reparos la victoria de Erdogan
La oposición turca dice que jamás reconocerá el resultado
En su día el líder turco jaleó el bombardeo ordenado por el norteamericano sobre la base aérea de El Asad
La ajustada y discutida victoria del sí en el referéndum presidencialista de Turquía recibió anteanoche el más preciado timbre de reconocimiento, expedido por Washington. El presidente Donald Trump llamó a su homólogo Recep Tayyip Erdogan para felicitarlo, a contracorriente de los mandatarios europeos. Trump no sólo hizo caso omiso de los déficits democráticos señalados por la misión de la OSCE, sino que, según las fuentes oficiales turcas, “valoró la amistad” de Erdogan y “las importantes tareas en común” que tienen por delante “en Siria e Irak”.
El nihil obstat de Trump no debe sorprender, ya que nadie jaleó tanto como Erdogan su orden de bombardear una base aérea de El Asad. Ankara abonó desde el primer momento la versión de que Damasco había gaseado a sus propios ciudadanos, acogió a los afectados sirios en sus hospitales y dio todo tipo de facilidades a la prensa extranjera.
El ejecutivo de Erdogan ha asegurado que su reforma constitucional está inspirada en el modelo presidencialista estadounidense y ha depositado muchas esperanzas en mejorar con Trump una relación que tocó fondo durante los últimos compases de la administración Obama. Eso no quiere decir que Washington acceda a extraditar a Fethullah Gülen, el predicador al mando de un imperio económico al que Erdogan acusa de estar detrás del intento de golpe de julio.
El inquilino de la Casa Blanca, que insiste en que sus aliados de la OTAN aumenten el gasto militar, no debe haber pasado por alto que Turquía es el tercer mejor cliente de la industria armamentista estadounidense. Tanto Trump como Erdogan, además, comparten una acusada pasión por las grandes obras de construcción y mantienen una relación menos que constructiva con la prensa.
Envalentonado por la bendición estadounidense, Erdogan se puso ayer por montera las demandas europeas para que cientos de miles de papeletas dudosas sean revisadas. “No nos importan las opiniones de Hans o Georg o Helga –vociferó ante sus simpatizantes–. El debate sobre el referendo está zanjado”.
Sí que debería importarle, sin embargo, que el líder de la oposición, Kemal Kilicdaroglu, haya confirmado oficialmente que su partido “no lo reconoce ni lo reconocerá jamás” y que impugnará el escrutinio ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
En cualquier caso, Erdogan podrá remodelar el Tribunal Supremo y liquidar los tribunales castrenses en las próximas semanas, en un momento clave en que la población carcelaria se ha doblado con el ingreso de miles de policías, soldados y jueces, tras las purgas posteriores a la intentona golpista.
Asimismo, en los próximos días, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, que él fundó, lo readmitirá y lo volverá a nombrar secretario general, acabando con la ficción imperante de que el presidente es apolítico.
Este remozado a fondo del Estado turco seguirá haciéndose bajo el estado de excepción, que el Parlamento decidió ayer prorrogar durante tres meses.
Por otro lado, un helicóptero cargado con una docena de pasajeros, la mayoría policías, se estrelló ayer en la zona kurda de Dersim “a causa del mal tiempo”.