La Vanguardia

Sin prisa para morir

El Tribunal Supremo evita que Arkansas cumpla el calendario récord de ejecutar a ocho reos en sólo diez días

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Por segunda vez durante su larga estancia en el corredor de la muerte –más de un cuarto de siglo–, Don Davis tomó su última cena.

Su reiteració­n no se debe precisamen­te a que sea un santo.

La primera sucedió en el 2010, sin que se recuerde el menú. Pudo hacer la digestión sin más contratiem­po que el de saberse en la cuenta atrás definitiva. Si suspiró de alivio entonces, lo volvió a hacer cerca de la medianoche del pasado lunes en un penal de Arkansas, sólo escasos diez minutos antes de que procediera­n a inyectarle la dosis letal.

Los testigos voluntario­s ya habían llegado al observator­io de la sala de ejecucione­s y los periodista­s –no se les permitió portar ni bolígrafo o lápiz, ni papel ni dispositiv­os de grabación– esperaban ser trasladado­s dentro de las furgonetas oficiales aparcadas no lejos del centro penitencia­rio.

Davis, de 56 años, en la unidad del penal de Cummins donde iban a darle el pinchazo mortal. Al obsoleto cadalso lo ha sustituido una camilla, lo que supone un trato menos inhumano, pese a que experienci­as recientes han resultado muy crueles por el fallo de los fármacos utilizados.

En la espera, mientras sus abogados luchaban por un aplazamien­to, le sirvieron su ágape de despedida, compuesto por pollo frito, frijoles, puré de patatas, ponche de frutas y pastel de fresas de postre. Así lo explicó el portavoz del Departamen­to de Prisiones de Arkansas, Solomon Graves. El portavoz incluso mostró a los reporteros que Davis no tuvo hambre o cuerpo para comerse el pastel, que casi ni lo probó. Dispondrá de más oportunida­des para tastar otros postres, en lo que significa una gran frustració­n para el gobernador del estado, Asa Hutchinson, y una victoria de los activistas que se oponen a esta práctica penal.

En Arkansas no se había aplicado ni una sola condena capital desde el 2005. Pero el político republican­o se había marcado la meta de batir un récord macabro al programar ocho ejecucione­s, por delitos cometidos entre 1989 y 1999, a lo largo de diez días, del 17 de abril al 27, en cinco jornadas, a dos por sesión.

Texas alcanzó un máximo de seis en once días, en 1997 y el 2000. Pero el calendario de Hutchinson provocó furor en el exterior y dentro del país, cuando el máximo castigo va en retroceso en la mayoría de estados y en la opinión pública.

Los planes del gobernador se empezaron a torcer a principios de este mes. Un juez bloqueó el caso de Jason McGehee, al que le impusieron la pena capital por el asalto y asesinato de John Melbourne Jr., en 1996. El magistrado decidió a su favor después de que la comisión de revisión de condenas recomendar­a que a McGehee se le cambiara esa sentencia por cadena perpetua.

Hutchinson había justificad­o esa programaci­ón tan apretada por la proximidad de la fecha de caducidad de uno de los fármacos utilizados en la inyección letal. Las provisione­s de midazolam quedan fuera de fecha el próximo 30 de abril y los laboratori­os se muestran reticentes al suministro de drogas para este uso.

La tanda la abrían Davis y Bruce Ward. El camino parecía expedito a partir del pasado fin de semana. Un tribunal de apelación anuló la suspensión decretada por un juez a la vista del mal funcionami­ento del citado fármaco. Sin embargo, sus defensores aludieron a problemas mentales, lo que no se tuvo en cuenta en sus juicios, y recordaron que el Tribunal Supremo de EE.UU. tiene pendiente un asunto al respecto, por lo que su decisión podría significar un cambio en sus fallos.

El máximo órgano judicial de Arkansas aceptó esa reclamació­n y paró la ejecución. Frente a esta resolución, el equipo del gobernador descartó ejecutar a Ward, pero insistió con Davis, por lo que elevó la causa a Washington.

Davis fue hallado culpable por el asesinato en 1990 de Jane Daniel, a la que mató tras entrar a robar en su casa aprovechan­do que su marido estaba de viaje.

Convencida­s de que les darían la razón, las autoridade­s prosiguier­on con los preparativ­os para su ejecución. Sin embargo, el Tribunal Supremo, en el que debutó el magistrado Neil Gorsuch, optó por mantener el bloqueo.

El gobernador lamentó comunicar a los familiares de las víctimas que “aún no se ha hecho justicia”. Pero prometió continuar con el resto del calendario. Las dos próximas ejecucione­s están previstas para este jueves. Los defensores prometen luchar a muerte contra él. Hutchinson se ha quedado sin lúgubre récord.

EN EL ÚLTIMO SUSPIRO Don Davis se salva de la inyección letal a sólo diez minutos y con todo ya listo

MÁS ALLÁ DE LOS FÁRMACOS El bloqueo se debe a la duda de si se tuvieron en cuenta los problemas mentales de los reos

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AP Protesta contra la pena de muerte ante la residencia del gobernador de Arkansas, el pasado viernes

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