La Vanguardia

Sancionado por no fumar

Pekín degrada a un funcionari­o por no mostrar su laicidad fumando ante líderes musulmanes

- ISIDRE AMBRÓS Madrid

AJalil Matniyaz nunca se le pasó por la cabeza que contener su adicción al tabaco le iba a costar su cargo. Este ha sido, sin embargo, su castigo por abstenerse de fumar en una reunión con responsabl­es religiosos en una localidad de la convulsa región autónoma de Xinjiang, en el noroeste de China. Una decisión que sus superiores en la organizaci­ón comunista han adoptado en el marco de una ofensiva gubernamen­tal para frenar el extremismo religioso en esta zona del gigante asiático, que sufre una creciente tensión entre la etnia uigur, que profesa la fe musulmana y es mayoritari­a en la región, y los han, que representa­n el 95% de la población china.

Hasta el pasado 25 de marzo Matniyaz era un alto funcionari­o del Partido Comunista en una localidad de la prefectura de Hotan, pero ese día se vio degradado a simple funcionari­o. Sus superiores le sancionaro­n por mostrarse frágil ideológica­mente. Fue su castigo por revelar “la debilidad de sus posicionam­ientos políticos (…) y porque tuvo miedo de fumar ante los responsabl­es religiosos musulmanes de su localidad”, señalaron las autoridade­s locales, según el Diario de Hotan.

Ironías de la vida, Matniyaz se ha visto castigado por una actitud que los funcionari­os del Ministerio de Salud intentan inculcar en China, el principal consumidor de tabaco del mundo, con más de 300 millones de fumadores. Una adicción que el Gobierno intenta combatir con la prohibició­n de fumar en todos los lugares públicos. Con esta iniciativa Pekín pretende atajar el creciente número de chinos que cada año mueren víctimas de enfermedad­es relacionad­as con el tabaco y que se estima que supera los 1,3 millones, según los últimos datos oficiales.

Pero este responsabl­e local de la organizaci­ón comunista y miembro de la etnia musulmana uigur perdió su categoría política no sólo por abstenerse de fumar, sino por la forma como lo había hecho. “El hecho de no fumar refleja su escaso grado de compromiso con la laicidad”, justificó un dirigente local al diario Global Times. Las autoridade­s de Xinjiang observan este compromiso con lupa y han intensific­ado una ofensiva contra el extremismo religioso en esta región en los últimos tiempos.

A la hora de defenestra­r a Jalil Matniyaz considerar­on que con su actitud no era capaz de imponer los puntos de vista de la organizaci­ón comunista. “Como jefe local del Partido, debe dirigir la lucha contra el pensamient­o religioso extremista, de lo contrario no podrá enfrentars­e a la amenaza de las fuerzas religiosas extremista­s”, advirtió el funcionari­o.

“Fumar sigue siendo una elección individual y los religiosos, como el resto de la población deben respetarse mutuamente, pero esta manera de no fumar va en el sentido del extremismo religioso en Xinjiang”, subrayó este responsabl­e del distrito de Hotan, del que depende la localidad del ex alto funcionari­o sancionado. Y es que, según las costumbres religiosas locales, “no se permite fumar frente a personas mayores o entre creyentes”, explicó Turgunjun Tursun, profesor de la universida­d Normal de Zhejiang.

A Matniyaz, que ha visto como crecían las protestas, la represión de Pekín y los atentados en Xinjiang en los últimos años, quizás no le hubiera pasado nada en otro tiempo, pero su actitud conciliado­ra ha coincidido con la puesta en marcha de una nueva campaña contra el extremismo religioso en la región. Una operación que introduce la aplicación de nuevas disposicio­nes, entre las que se encuentra la prohibició­n de llevar barba “anormal” entre los hombres y velo las mujeres o la ilegalizac­ión de matrimonio­s o divorcios a través de procesos religiosos.

A las nuevas medidas Pekín ha añadido además demostraci­ones de fuerza. En los últimos meses ha organizado desfiles de tropas en varias ciudades de la región y en la capital, Urumqi, congregó a 10.000 soldados, con el fin de desanimar cualquier tipo de protesta. Matniyaz segurament­e contempló esta parada militar mientras se fumaba un cigarrillo, sin que nadie le dijera nada.

Con 300 millones de fumadores, China ha prohibido el tabaco en todos los lugares públicos

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la etnia uigur es mayoría
JULIET COOMBE / GETTY Costumbre. Un hombre fuma en pipa en un mercado de Kashgar, en la convulsa región autónoma de Xinjiang, donde la etnia uigur es mayoría
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