El título de la ESO podrá aprobarse con una nota menor a cinco y dos suspensos
Educación rectifica la ley Wert en un decreto que quiere pactar con las autonomías
La Lomce, esa ley nacida de la pluma del exministro José Ignacio Wert, ha perdido su identidad en apenas unos meses. La norma, bandera del PP, que pretendía con exámenes y pruebas elevar el nivel educativo de los estudiantes obligando a los alumnos a esforzarse más (en palabras de Wert) ha ido diluyéndose con la pérdida de la mayoría absoluta del partido que dirige Mariano Rajoy. Según un borrador en el que trabaja el ministerio que ahora ocupa Íñigo Méndez de Vigo, se podrá obtener el título de la educación secundaria obligatoria y promocionar para bachillerato aunque se suspendan dos asignaturas, siempre que estas no sean lengua y matemáticas, algo que no encaja en absoluto con el espíritu de una ley que incluso planteaba la realización de reválidas tras la aprobación de la ESO para poder obtener el título de educación obligatoria. En pocos meses se ha pasado de imponer numerosos obstáculos para superar la ESO a permitir que se obtenga el citado certificado aún sin haber aprobado las asignaturas pertinentes.
Así lo indica el borrador del nuevo proyecto de real decreto por el que se regulan las condiciones para la obtención de los títulos de ESO y bachillerato, adelantado por El Mundo, y que ayer colgó el Ministerio de Educación en su página web. Según este, con fecha de 29 de marzo, “los alumnos que hayan obtenido una evaluación, bien positiva en todas las materias, bien negativa en un máximo de dos, siempre que estas no sean lengua castellana y literatura y matemáticas, obtendrán el título de graduado en ESO”. Fuentes del Ministerio de Educación aseguran que este
texto se sometió a debate en la Conferencia Sectorial de Educación celebrada el pasado 30 de marzo, y que fue aprobado por unanimidad por las comunidades autónomas.
En caso de que el alumno no haya cursado la ESO totalmente
en el sistema educativo español, para la calificación final se tendrán en cuenta únicamente las notas obtenidas en este.
En cuanto la titulación de bachillerato, el alumno deberá obtener la calificación positiva de todas las materias de los dos cur- sos de la etapa y la nota final será la media aritmética de las calificaciones numéricas obtenidas en cada una de las asignaturas cursadas en bachillerato.
El proyecto de real decreto aún tiene que someterse al examen del Consejo de Estado y del Consejo Escolar del Estado antes de ser aprobado por el Consejo de Ministros, lo que previsiblemente se efectuará antes de que termine el curso.
De esta manera los requisitos para la titulación de la ESO y bachillerato se mantienen prácticamente como estaban antes de que la Lomce entrara en vigor. La única diferencia es que con la LOE socialista los alumnos podían pasar a bachillerato con tres materias suspendidas si el equipo docente consideraba que existían suficientes impedimentos para alcanzar las competencias básicas y objetivos de la etapa.
Este real decreto antecede a la norma que debe surgir del pacto educativo que aún se demorará unos meses (si se alcanza) y a partir de entonces, se iniciará el proceso de redactado. Pero en medio han quedado unos alumnos que empezaron estudiando con la ley socialista y que cambiaron a la Lomce, y que ahora no saben a ciencia cierta a qué se enfrentan para poder pasar de etapa educativa ante las constantes aprobaciones, derogaciones y modificaciones de la norma.
La relajación para aprobar la ESO permitirá que las tasas de abandono escolar, ya de por sí altas en España, no aumenten más. Un endurecimiento en la obtención del título alejaría a España del objetivo marcado por la Unión Europea para el año 2020 y que fija para nuestro país una tasa de abandono educativo temprano del 15%. Actualmente, la tasa de abandono está situada en el 19,7%. Sólo el 77% del alumnado español consiguen el título de secundaria a la edad que le corresponde.
Las materias de lengua, literatura castellana y matemáticas deben superarse para pasar La Lomce, que exigía el aprobado, ponía más difícil bajar la tasa de abandono, objetivo de la UE para España