La Vanguardia

Sesenta horas de angustia

Un espeleólog­o, atrapado en una gruta a oscuras a 40 m de profundida­d

- DAVID GILABERT Palma

La historia de Xisco Gràcia es la de un auténtico supervivie­nte. Su capacidad de resistenci­a le ha permitido subsistir más de 60 horas atrapado en una cueva subacuátic­a de Mallorca. Más de dos días de angustia y desesperac­ión temiendo por su vida y confiando en que sus compañeros hubiesen dado la alarma para poder iniciar su rescate. Quedó atrapado en una gruta de 20 m2 y a 40 metros de profundida­d que exploraba junto a otro espeleólog­o. Ambos, experiment­ados, participab­an en un proyecto para cartografi­ar la cueva de Sa Piqueta, en Manacor. Una compleja red de cuevas y galerías prácticame­nte inexplorad­as.

Un problema con una bombona de oxígeno le obligó a refugiarse en una pequeña cavidad donde había aire mientras su compañero decidía emerger en busca de auxilio. Cuando el segundo explorador retornó al punto de encuentro, Xisco no estaba. Se había desorienta­do e incluso llegó a pensar que su compañero no había podido salir. Sí lo había hecho y los equipos de rescate ya habían desplegado un operativo para iniciar su búsqueda.

Para Xisco Gràcia, la espera resultó eterna. Sesenta horas a oscuras. Él pensó que, en realidad, habían trascurrid­o más días. También llegó a perder la esperanza. Un sentimient­o que tomó más fuerza cuando dejó de oír el sonido de una máquina perforador­a que se utilizaba en el exterior. Estaba convencido de que era un generador eléctrico. En concreto, los servicios de emergencia intentaban abrir un canal de comunicaci­ón para inyectar aire e introducir una cámara para explorar la cueva y localizarl­o. Este plan falló y se optó por intentarlo con los buzos. Al cesar el sonido se derrumbó. Fue su único momento de flaqueza. No obstante, su entereza le sirvió para mantener cierta calma. Ayer reconoció que pasó momentos muy duros. “Trataba de ahorrar la pila de la linterna, así que sólo la encendía para beber agua del lago y para orinar”. Después de tanto tiempo respirando un aire tan cargado de CO2, a veces alucinaba creyendo ver luces inexistent­es.

El segundo operativo, en cambio, sí funcionó. Un primer buzo volvió a recorrer las galería al tiempo que instalaba un nuevo cable guía y depositaba por el camino bombonas de oxígeno para poder iniciar el camino de vuelta en caso de localizarl­o. Una vez localizado, se inició el camino de vuelta: tres horas de buceo hasta poder emerger de nuevo y reencontra­rse con los suyos.

Ser un experto buceador le ha salvado la vida, probableme­nte. Gràcia, doctor en Geografía, es uno de los mayores expertos en cuevas acuáticas. Durante más de dos décadas se ha sumergido para estudiar con detalle las grutas y cuevas subterráne­as de la isla. Ha sido el autor de numerosas cartografí­as y topografía de los encantos subacuátic­os ocultos bajo tierra. Su historia ahora ha dado la vuelta al mundo. Su rescate ha servido para dar a conocer las espectacul­ares grutas submarinas que se esconden en el subsuelo de Mallorca y ahora el Govern de Balears considera que esto provocará un efecto llamada para otros buceadores. Esta vez hubo un final feliz. Ayer, a primera hora de la mañana fue dado de alta tras pasar una noche en observació­n.

Xisco Gràcia, un experiment­ado buceador, perdió el sentido del tiempo y a ratos desvariaba

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