Vacaciones de los Obama en el paraíso
El expresidente navega con Springsteen, Hanks y Oprah
Al expresidente Barack Obama se le califica como “el presidente oculto”. Se deja ver poco y se le escucha todavía menos.
Algunos medios subrayaron ayer que este martes estaba previsto que se dejara ver de forma oficial. Había confirmado su asistencia en Pittsburgh al funeral de Dan Rooney, dueño de los Steelers, el equipo de fútbol americano de la ciudad de Pensilvania, uno de los primeros que se volcaron con el futuro primer presidente negro de Estados Unidos, buen amigo y donante, que luego fue correspondido con la embajada en Irlanda.
Por lo demás, discreción política casi absoluta desde que salió de la Casa Blanca. Obama se ha prodigado poco. Ha mantenido un tacto exquisito, con una demostración a prueba de todo insulto, sin duda el deporte preferido de su sucesor, Donald Trump, y su equipo de asesores.
También es cierto que George W. Bush se mantuvo callado, desaparecido, mientras la Administración Obama tampoco le dispensaba adjetivos cariñosos. Sin embargo, el presidente nunca le dedicó desprecios personales comparables a los que Obama recibe de Trump. Dado el nivel de protesta y confrontación que existe en el país, mucho añoran el obamismo, en la misma medida que otros lo detestan.
Así que el ciudadano Obama disfruta ahora de lo mejor de la presidencia, que es la condición de ser expresidente. Parece evidente que él se divierte con su nuevo estatus. Se le vio haciendo surf con su amigo Richard Branson, que lo invitó a su mansión de las Islas Vírgenes Británicas.
Otras imágenes le captaron en Nueva York, entre teatros y restaurantes. Y estos días ha vuelto a poner mares de por medio. Él, concentrado en la escritura de sus memorias presidenciales, y su esposa, Michelle, aprovecharon estas vacaciones para ir a la Polinesia francesa. El empresario musical David Geffen los invitó a su yate junto a otros colegas. Una reunión de buenos amigos, con Bruce Springsteen, Tom Hanks y Oprah Winfrey, a los que Obama condecoró.
El multimillonario Geffen invita a la pareja a su yate de lujo en un recorrido por la Polinesia francesa