La Vanguardia

“En Beirut nadie se cree que yo no sea un espía”

Tengo 76 años y sigo en la brecha. Soy barcelonés, de la calle Balmes, pero hace 47 años que vivo feliz en Beirut, esa ciudad con nombre de puta exótica. No tengo ni Dios ni patria ni familia. Me ampara una brillante y centenaria tradición de correspons­al

- LLUÍS AMIGUET

Cómoen Beirut? acaba –y empieza– usted Tuve la inmensa suerte de entrar años, en graciasLa Vanguardia­a Santiago a Nadal,los 21 y más suerte aún de llegar a ser correspons­al en Atenas y París...

...Cuando los correspons­ales de prensa eran los únicos ojos y los oídos del mundo. Y los de La Vanguardia los únicos embajadore­s de la informació­n libre en España. En el 76 acompañé a Tarradella­s de Tours a Madrid y desde allí a Barcelona cuando el “Ja soc aquí”.

Pas mal.

Pero fui aún más feliz cuando el director, don Horacio, me propuso cubrir Oriente Medio.

¿Por qué?

Porque ya intuía lo que sería mi vida allí: en Beirut he vivido experienci­as más intensas y he conocido a personas mucho más interesant­es de lo que hubiera podido en Barcelona o París.

Cuéntenos.

Nada más llegar, alquilé un piso junto al hotel Commodore, en el barrio de Hamra, donde estaban la Universida­d Americana y los diplomátic­os y periodista­s, pero, sobre todo, donde tenían el único télex de la ciudad.

Y eso era lo más importante entonces.

¿Sigue viviendo allí?

Al final,–me decían compré que aquel estaba piso loco–en plenay para guerraello obtuvecivi­l República.un marsun,Me costóun decretomás que del el presidente­propio piso. de la

¿Ha subido su piso de precio?

Pues sí. Y aún soy el único español que ha comprado una propiedad en Líbano.

¿Se peleaba la prensa por ese télex?

Reñía con los demás correspons­ales por él. Con Robert Fisk, o con mi vecino, Roger Auque, que reveló en un libro que había sido espía del Mosad. ¿Sabe quién es Roger, además?

Un mercenario y correspons­al de guerra.

Y el padre biológico de Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de Marine Le Pen, y nieta de JeanMarie Le Pen.

¡Caray con Beirut!

Es el centro de todas las conjuras de Oriente Medio, pero estar allí también tiene su precio: en la guerra secuestrar­on a dos de mis vecinos de edificio, uno por francés y el otro por inglés.

¿Y a usted por qué no?

Yo, como era español, no interesé a nadie. Menos mal. Pero, aun así, nadie se creía ni se cree en Beirut que, en realidad, yo no sea un espía.

Es usted espía de nuestros lectores. Lo soy gracias a ellos y a unos editores que jamás me han dejado de pagar puntualmen­te. Un día en un control me apretaron tanto con lo de llamarme espía que acabé diciendo que sí, que era un espía “del Principado de Andorra”.

Mi Gran barrio, país. Hamra, ¿Por qué será sigueel últimoen Beirut? bastión de la tolerancia cuando todo Oriente Medio sea arrasado por el pensamient­o único totalitari­o de la barbarie integrista wahabí.

Ve usted un futuro muy negro.

Los integrista­s son imparables. Tienen el dinero, la motivación, la organizaci­ón y la gente. Me temo que va a ser difícil detenerlos.

Mientras tanto, ¿cómo es su barrio?

¡Hay mucha marcha! Minifaldas, librerías, cafés vibrantes de cultura y creativida­d. Y una discoteca maravillos­a: el Club Music Hall.

Hay que ir.

Ojo: también está junto a barrios miserables con 1,2 millones de refugiados sirios, 400.000 palestinos y 100.000 iraquíes. Somos un país diminuto que necesita ayuda internacio­nal.

Sus crónicas de Alepo emocionan.

Estuve allí en diciembre, junto a aquel kilómetro cuadrado donde resistiero­n los rebeldes. A veces, un palmo de tierra decide una civilizaci­ón, como allí. Como en las Termópilas.

¿Fue un scoop? ¿Su gran exclusiva?

Nunca he conseguido ningún scoop, la verdad. Pero describí para este diario el entierro de Naser o la entrada de Jomeini en Teherán.

Y los imanes de Jomeini aún mandan.

En realidad los chiíes son más flexibles y pragmático­s que los wahabíes suníes integrista­s, al contrario de lo que creen en Occidente.

El Estado Islámico no es muy tolerante.

Oriente Medio es un confuso rompecabez­as. Y quien cree que lo entiende es porque se lo han explicado mal. A mí me conmueven las ciudades mártires como Alepo, por su cercanía a Turquía; o Mosul, por su riqueza petrolífer­a.

Y hoy ya no necesita télex para contarlo.

Estoy esforzándo­me para adaptarme a las nuevas tecnología­s, porque voy a seguir en la brecha. Aún hay mucho que explicar desde Beirut, la mejor ciudad para intentar entender Oriente Medio, y entenderlo hoy es entender el mundo.

¿Una imagen que recuerde ahora mismo?

Durante la guerra civil, sufrimos un verano tórrido. Caían las bombas sobre el Oeste musulmán y los vecinos del otro lado miraban tomando el fresco en sus balcones cómo morían los de enfrente...

Tremendo...

Pero, un poco más allá, nos estábamos bañando: no sólo yo, cientos de beirutíes jugaban con las olas a un kilómetro de donde se desmoronab­an edificios entre tremendas explosione­s.

Si pasa lo peor, que te pille en lo mejor.

Esta ciudad puede ser cruel, como lo es Oriente, “una puta exótica”, como dice mi amigo el poeta Palomeras, hoy embajador de España en Singapur. Pero siempre vuelve a apostar por la vida. Y yo con ella.

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LLIBERT TEIXIDÓ
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VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

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