La oposición venezolana lanza otro masivo pulso ciudadano a Maduro
El chavismo reprime con violencia “la madre de todas las marchas” en Caracas
La oposición venezolana movilizó ayer a decenas de miles de personas en Caracas y otras ciudades en lo que llamó “la madre de todas las marchas”, un masivo pulso al Gobierno socialista de Nicolás Maduro, al que acusa de empobrecer a todos los venezolanos y menoscabar la democracia.
El presidente salió el martes por la noche en televisión para movilizar a los chavistas y denunciar un complot militar, un golpe de Estado alentado por Estados Unidos y varios países latinoamericanos.
La oposición también habla de golpe. Denuncia la deriva autoritaria y militar de un régimen que ayer desplegó a decenas de matones vestidos de civil para hostigar a los opositores. La policía utilizó balas de goma y botes de humo contra la multitud. Disparaba desde las azoteas y también desde helicópteros. Un joven falleció en Caracas de un disparo en la cabeza, la misma suerte que sufrió una mujer de 24 años mientras participaba en las protestas llevadas a cabo en Táchira, cerca de la frontera colombiana. Al menos siete personas han muerto y cientos han resultado heridas desde que esta nueva ola de protestas arrancó hace tres semanas. Más de 500 han sido detenidas y de ellas unas 200 siguen en prisión.
El color amarillo de los opositores marchaba por el este de Caracas, en dirección a la sede del Defensor del Pueblo. El color rojo de los chavistas se movía en los aledaños de la Asamblea Nacional, donde los diputados de la oposición, que son mayoría, se turnaban la palabra.
El riesgo de un choque violento entre ambos grupos era muy alto al cierre de esta edición.
Tanto la fiscal general como la Conferencia Episcopal defendieron el derecho de la oposición a manifestarse de forma pacífica.
El régimen cerró una veintena de estaciones de metro en el centro de Caracas y montó controles en las autopistas para desalentar a los manifestantes. También activó el plan Zamora, que prevé el despliegue de militares, milicias bolivarianas y activistas chavistas para “garantizar” el funcionamiento del Estado. En los ensayos de este plan han participado más de medio millón de personas desde enero.
La oposición, con el respaldo de once países latinoamericanos y de la OEA, exige la celebración de elecciones, la restitución de todos los poderes a la Asamblea Nacional, hoy maniatada por el Tribunal Supremo, y la liberación de los presos políticos.
El régimen ha aplazado indefinidamente varias elecciones a gobernador porque considera que no se dan las circunstancias adecuadas para celebrarlas. También ha inhabilitado durante 15 años a Henrique Capriles. Este líder de la oposición declaró a Reuters que el Gobierno “está en fase terminal” y que la presión ciudadana acabará por derrocarlo.
Una estudiante que ayer marchaba por Caracas vestida de amarillo reconoció que tenía miedo pero que no podía seguir en casa. “Marcho por Venezuela, por la libertad y la democracia”, dijo. Mensajes parecidos ofrecieron otros activistas, que acusaban a Maduro de la carestía, la represión y la inseguridad.
La situación es hoy mucho peor que a finales del 2016, cuando más de un millón de personas salió a la calle para pedir la caída del régimen.
Dos muertos con arma de fuego elevan a siete las víctimas de las protestas en las últimas tres semanas
La escasez de alimentos y medicinas se ha agravado, falta gasolina y la inflación es del 20% mensual. Hay hambre y pobreza extrema. El régimen, mientras tanto, gasta más dinero en afrontar las obligaciones de la deuda que en importar productos básicos. La bancarrota parece inevitable si el barril de petróleo no supera los 70 dólares. Hoy oscila en torno a los 55 y los expertos descartan que, antes de uno o dos años, supere los 65. El petróleo lo es todo para Venezuela, que hoy produce dos millones de barriles al día, uno menos que hace dos décadas, cuando el chavismo llegó al poder.