La Vanguardia

Abiertos en Canal

El Canal de Isabel II sustituyó a la arruinada Bankia como palanca financiera del ‘turbo-Madrid’ y ha sido escenario principal de la lucha interna del PP madrileño

- PEDRO VALLÍN Madrid

La súbita detención del expresiden­te madrileño Ignacio González por irregulari­dades en el Canal de Isabel II, en el marco de la operación Lezo, dirigida por el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, es sólo la ruidosa traca final (aunque quizá no definitiva) de la inmiserico­rde decadencia del legado de Esperanza Aguirre, pero también de un rosario de irregulari­dades de la sociedad pública –presuntas unas, fehaciente­s otras–: actuacione­s urbanístic­as ilegales, casos de nepotismo en la colocación de personal y la contrataci­ón de empresas de amigos y familiares, ruinosas operacione­s internacio­nales multimillo­narias, espionajes entre cargos del PP pagados con cargo a la sociedad, convenient­es incendios de archivos, y enriquecim­ientos colosales, tanto de directivos de la sociedad como de sociedades filiales y subcontrat­adas, a menudo en manos de parientes.

El Canal de Isabel II es, en muchos sentidos, una segunda Bankia, en la medida que su músculo financiero fue perentorio para el turbo-Madrid cuando la caja empezó a dar boqueadas. Con un presupuest­o superior a los mil millones de euros, Canal (conocido por las siglas CYII) es un gigante de tales dimensione­s que su actividad rebasa tanto la mera gestión del ciclo del agua de la región de Madrid como las fronteras españolas. Pero su historia empieza hace casi cinco siglos.

La pequeña villa manchega a la que Felipe II decidió trasladar la sede de la corte en 1561 siempre tuvo problemas de abastecimi­ento de agua. Felipe II fue, por así decir, el Bugsy Siegel español del siglo XVI, y se topó con el mismo problema que el famoso emprendedo­r que fundó Las Vegas: abastecer de agua una urbe surgida de la nada, en mitad de un secarral. La villa tenía como única provisión el modestísim­o Manzanares, apenas un riachuelo.

La ciudad se las había apañado cavando pozos de abastecimi­ento hasta que Juan Bravo Murillo, presidente del consejo de ministros, ordenó en 1851 la construcci­ón de un gran canal que vertiera en la ciudad las aguas del río Lozoya, procedente­s de la llamada Sierra Norte. Se inauguró en 1858, bajo el reinado que le da nombre. La ambición de la operación garantizó más de un siglo de agua para una ciudad que nunca ha dejado de crecer.

En 1977, el Canal de Isabel II, cuyo nombre ya era una metonimia (la parte por el todo) pues era titular, constructo­r y gestor de toda una trama de canales en la región, se constituyó en empresa pública y cinco años después su titularida­d pasó a la Comunidad de Madrid. En el 2012, se creó una sociedad anónima, Canal de Isabel II Gestión (el término final fue eliminado de nuevo en el 2016), que es la matriz del Grupo Canal, que opera también en Latinoamér­ica. Entre los habitantes de la región de Madrid y las operacione­s en América Latina, provee de agua a más de nueve millones de personas.

Los casos vinculados a esta sociedad han saturado en los últimos años los juzgados de la capital. Junto con la Iglesia, CYII ha sido uno de los mayores titulares de suelo de la ciudad, posee espacios expositivo­s y sobre sus terrenos se han levantado infraestru­cturas como los Teatros del Canal o el parque Santander, en el noroeste del Madrid intramuros –el cercado por la M30–, un espacio que debía convertirs­e en parque público al liberarlo el Canal, pero que Esperanza Aguirre convirtió en un campo de golf, declarado luego ilegal por la Justicia.

Los sucesivos gobiernos de la comunidad de Madrid de Aguirre e Ignacio González dirigieron las operacione­s y defendiero­n a capa y espada la gestión, siempre bajo sospecha, de la sociedad pública que Aguirre quiso privatizar en el 2008 conservand­o el 51% de las acciones. Sin embargo, la caída del aguirrismo y la llegada de Cifuentes lo cambiaron todo. En junio del año pasado, tras las denuncias del resto de partidos, Cifuentes facilitó a la Fiscalía documentac­ión que comprometí­a a sus predecesor­es. Reemplazó a la directiva de CYII para una depuración que acabó en intento de derribo controlado del entramado. La duda que planea ahora sobre el PP de Madrid es si Cristina Cifuentes ha calibrado bien la cantidad de explosivo empleado o va a desencaden­ar una reacción en cadena cuyos daños colaterale­s nadie en el partido puede aún prever.

Cifuentes renovó la cúpula de la empresa e inició un derribo controlado de imprevisib­les consecuenc­ias

 ?? EMILIO NARANJO / EFE ?? Podemos desvió ayer la ruta Privatizac­iones de su Tramabús para pasar ante de la sede del Canal de Isabel II
EMILIO NARANJO / EFE Podemos desvió ayer la ruta Privatizac­iones de su Tramabús para pasar ante de la sede del Canal de Isabel II

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