El juez archiva el caso de Diana Quer ante la ausencia de un sospechoso
El juez Isaac Alonso comunicó ayer a los padres de Diana Quer el archivo provisional de la causa ante la ausencia de avances en una investigación que, pese a todo, no se frena. A partir de ahora, cualquier nuevo indicio que aporte la Guardia Civil reactivará el procedimiento, pero con la lentitud que se deriva de reabrir una causa ya archivada.
La joven madrileña desapareció hace ocho meses mientras pasaba unos días de vacaciones en la localidad gallega de A Pobra do Caramiñal. Durante todo este tiempo, la comandancia de A Coruña con la ayuda de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil han realizado miles de gestiones, sin resultados positivos, aunque con una línea de trabajo muy definida y en la que siguen confiando.
El juez Alonso, que se hizo cargo de la causa hace tres meses, ha querido cumplir a rajatabla la nueva ley de enjuiciamiento criminal. Por eso, ante la ausencia “de indicios para dirigir las actuaciones” hacia un sospechoso, el magistrado ha decidido levantar el secreto y archivar la causa. Se abre, según el último auto del juez, un paréntesis por tiempo indeterminado a la espera de que algún día se pueda completar “el análisis y cotejo policial de la gran cantidad de datos de tratamiento telefónico obtenidos”.
Hasta ahora, el juez había dado por buenos los indicios aportados por la Guardia Civil y mantuvo la causa secreta. En los últimos días, los investigadores trataron de hacer entender al magistrado lo perjudicial que podía resultar difundir todo el trabajo hecho hasta ahora; y dar pistas sobre el que se debe de seguir haciendo. A partir de ahora, cada nueva actuación que necesiten los investigadores requerirá que el magistrado de por suficientes los indicios y reactive la causa.
Durante estos ochos meses, la Guardia Civil no ha dejado de buscar ni un solo día a Diana Quer. Reconocieron desde el primer momento que estaban ante un caso especialmente complejo y que sería difícil de resolver. El hallazgo del móvil de la joven, encontrado en octubre por un mariscador, bajo el puente de la autovía que conduce a la localidad de Taragoña, permitió a los investigadores concretar tiempos, reconstruir el recorrido de ese iPhone roto y determinar que la joven no se fugó voluntariamente aquella madrugada, sino que la raptaron cuando estaba a pocos metros de su casa. La Guardia Civil trabajó desde entonces con la hipótesis del secuestro y el asesinato, con un móvil principal: la agresión sexual.
Ha habido muchos sospechosos. Se les ha intervenido el teléfono e incluso se les ha seguido las 24 horas. Pero todos han sido descartados. También se han contrastado decenas de coartadas de casi todos los varones que viven o estaban de paso en la zona. Y se decidió no organizar ninguna gran batida porque nunca se ha sabido dónde buscarla.
Hace tiempo que la investigación es básicamente tecnológica y está centrada en el cotejo de los millones de datos móviles que han facilitado las diferentes compañías telefónicas. Todas esas señales fueron recogidas por los repetidores de antenas que coincidieron con el recorrido del iPhone de la joven desaparecida. Los investigadores tienen clara una cosa: si el asesino de Diana llevaba un móvil encima esa madrugada, su número está entre ese millón de datos. Ahora sólo falta identificarlo.