La Vanguardia

Y el domingo, el clásico...

- Joaquín Luna

Tampoco este año habrá final europea Barça-Real Madrid, un partido que se demora. De momento, el domingo, el clásico, marcado por dos grandiosos partidos de Liga de Campeones cuya visión contradice la idea cartesiana de que el equipo que ha eliminado por 6 a 3 al Bayern de Munich es favorito frente al que ha caído ante el Juventus por 3-0.

¡Que no le pase nada a Alejandro Hernández Hernández!

El árbitro designado para el clásico llega con todo en contra: los dos equipos tienen agravios pendientes –perjudicó al Madrid hace un año en el clásico, no concedió un gol clarísimo del Barça en el Villamarín esta temporada– y aterriza en un ambiente enrarecido tras el fiasco de Kassai en el Bernabeu.

No deberíamos hablar de los árbitros. ¿O sí? Porque, ¿cómo sustraerse a una figura tan anacrónica que tiene la posibilida­d de cargarse un partidazo vibrante (Real Madrid-Bayern), sumarse a la historia de una remontada histórica (FC BarcelonaP­SG) o modular las patadas que este domingo le esperan a Messi?

No hay figura comparable relación calidad-precio en el mundo de los negocios, la política o el cine como el árbitro de un partido de fútbol donde colisionan los intereses de grandes empresas, deportista­s que son marcas millonaria­s y globales –Messi o Cristiano tiene algo de PIB de estado africano– y los privilegio­s de federacion­es donde el más tonto viaja en coche oficial.

Frente al fútbol del siglo XXI, el árbitro está llamado a ser un pobre hombre al que le viene grande su soledad, su silbato y sus dos apellidos, paterno y materno, una denominaci­ón

El Barça cayó al alza y el Madrid sigue en Europa sin saber si jugó bien o mal. ¡Ay, Hernández Hernández!

que ya suena a recluso presentánd­ose ante el juez.

El Barça cayó anoche al alza y el Real Madrid está en semifinale­s sin que nadie sepa si hizo un gran partido el martes o, simplement­e, aguantó el tipo a la espera de que el arbitraje de Kassai transforma­ra los pitos a Cristiano Ronaldo en alabanzas, dos goles y puerta grande. Nadie discutirá que Real Madrid y Juventus estén en semifinale­s y el Barça haya quedado excluido por su mala cabeza en Turín, realzada por el generoso partido de los azulgrana anoche, consuelo de tontos y vela para la esperanza. El Barça de ayer puede ganar perfectame­nte al Real Madrid del martes y compensar esa soledad que sentirá el seguidor blaugrana cuando el viernes se conozca el emparejami­ento de las semifinale­s de la Liga de Campeones.

Hernández Hernández parece predestina­do a sucumbir ante la que le viene encima: un Madrid bajo sospecha y un Barça que se juega –jugadores y junta directiva– la vida.

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