El juez investiga las finanzas de las campañas electorales de Aguirre
La oposición exige al Gobierno explicaciones sobre la actuación del jefe de la Fiscalía Anticorrupción, Manuel Moix
La operación Lezo siguió ayer, tras la detención del expresidente madrileño Ignacio González, con el registro de firmas constructoras, tecnológicas y auditoras en busca de pruebas de la financiación ilegal del PP de Madrid en la época de Esperanza Aguirre. La oposición pidió explicaciones al Gobierno sobre la actitud del fiscal jefe de Anticorrupción, Manuel Moix.
Esperanza Aguirre ofreció ayer dos imágenes contrapuestas en su comparecencia como testigo en el juicio del caso Gürtel. Dentro, en la vista, actuó con la firmeza y el aplomo habituales en ella. Tomó distancias con los hechos y rechazó las insinuaciones de que su responsabilidad pudiera ir más allá de la culpa in vigilando. En otras palabras, aceptó que fue incauta al no sospechar sobre las empresas de la red Gürtel y no verificar su funcionamiento. Fuera, en cambio, apareció al borde del llanto ante los periodistas, al mostrar su gran contrariedad por las noticias en las que su sucesor al frente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, aparece ahora como el supuesto cabecilla de una organización criminal dedicada a lograr lucro personal de una empresa pública como el Canal de Isabel II.
El interrogatorio a Aguirre estuvo salpicado de nombres propios. Los de Francisco Correa, el cabecilla de Gürtel, o de Alberto López Viejo, exconsejero de la Comunidad de Madrid y uno de sus supuestos hombres de confianza. La expresidenta madrileña los apartó de un manotazo. Es decir, afirmó no haberlo conocido, en el caso de Correa, o no haber mantenido la estrecha relación política que se les atribuía, en el caso de López Viejo, quien en su día contrataba con empresas de la red corrupta para sus actos públicos haciéndole creer que había roto todo vínculo con ellas.
De ahí los actuales sentimientos de zozobra de la expresidenta madrileña. En su día, ella habló de un par de ranas para definir a los cargos públicos que la habían traicionado y se habían corrompido a su alrededor. Pero ayer vino a admitir que mientras gobernó los estanques de la Comunidad debieron estar llenos de batracios, cuando no de ofidios.
Algunos de ellos, desde luego, de picadura políticamente venenosa. Aguirre explicó, por ejemplo, que cuando Interviú publicó un reportaje titulado “Las amistades peligrosas”, dedicado a los contratos que personas vinculadas al PP obtenían de la Comunidad de Madrid, le pidió explicaciones a López Viejo, que aparecía mencionado en la información. El interpelado le dijo que no volvería a contratar a la empresa cuestionada, y Aguirre –según dijo ayer– le creyó. Y no debió de hacerlo –admitió–, porque López Viejo no recurrió a la sociedad mencionada, pero se las apañó con otra que también era de Correa. “Hubiera tenido que hacer comprobaciones en el registro mercantil”, dijo ayer la expresidenta madrileña. Pero no lo hizo porque en aquel momento le resultaba “inconcebible” que acabaran ocurriendo los episodios que “ahora vemos”.
A Aguirre se le preguntó sobre la posibilidad de que se plantee dimitir de los cargos que desempeña en representación del PP, como portavoz municipal, y contestó que “en este momento no”. Explicó que no tiene información “de lo que ha pasado” y que ya dimitió de la presidencia del PP de Madrid “sin tener ninguna culpa”, aunque sí admitió “errores in vigiando”. Aun así, subrayó que cuando Canal de Isabel II compró la empresa sobrevalorada de Brasil en la que se concentran ahora las sospechas sobre Ignacio González, en el 2013, ella estaba ya muy apartada de toda responsabilidad en el Gobierno autonómico.
La expresidenta madrileña insistió en que fue ella quien, sin saberlo, destapó el caso Gürtel, al impedir una operación urbanística que dio trascendencia al asunto, al desatar las puñaladas internas en el PP. Luego, al salir, volvió a hablar de Ignacio González. “Si es culpable –dijo entre sollozos–, para mí es un palo muy relevante, porque puse mi confianza en él durante años”.
La ‘exlideresa’ del PP de Madrid dice que no conocía al cabecilla de la trama y que no debió confiar en sus empresas