Bill O’Reilly
Las denuncias de acoso sexual fuerzan el despido de la cadena Fox de Bill O’Reilly, forjador del neoconservadurismo
ESTRELLA DE LA CADENA FOX
La cadena neoconservadora Fox no ha tenido más remedio que sacrificar a Bill O’Reilly (67), líder indiscutible en audiencia por cable, después de salir a la luz varias denuncias de acoso sexual de mujeres que habían trabajado para él.
Soló unas pocas horas separan dos momentos antagónicos en la vida de Bill O’Reilly.
De la gloria divina a la miseria terrenal. En una fotografía de este miércoles, el crack mediático, de vacaciones en Roma, aparece estrechando la mano del papa Francisco, tal vez en búsqueda de su bendición y del perdón de sus pecados capitales.
A seis mil kilómetros de distancia, la familia Murdoch, haciendo de tripas corazón, pero pensando en la salud de su negocio, tomaba la decisión en Nueva York de dar una patada en el culo al que hasta ese día era el máximo activo de la cadena Fox News, la más vista en Estados Unidos.
Nadie como O’Reilly, líder indiscutible en audiencia por cable, y Roger Ailes, su fundador, contribuyeron tanto en la configuración de la Fox News como contrapoder político y cultural. Ni el uno ni el otro, piezas clave en los cimientos ideológicos del trumpismo, forman ya parte de la empresa que desde hace década y media alimenta el neoconservadurismo. Los dos han caído por las denuncias de acoso sexual a empleadas o compañeras.
La marcha forzada de Ailes, el pasado verano y con un buen cheque de gratitud, parecía superable. La maquinaria estaba en marcha y engrasada. Ahí continuaba O’Reillly, de 67 años, el rostro patricio de la casa.
Aunque dicen que a Rupert Murdoch, máximo protector de O’Reilly, le costó dar su brazo a torcer, al final no pudo resistir la presión de sus hijos, James y Lachlan. El gran batacazo de su máxima estrella arrancó a principios de abril. The New York Times descubrió que el periodista y la compañía habían abonado trece millones de dólares en indemnizaciones a cinco mujeres, que habían colaborado o salían en su
The O’Reilly Factor. Pactaron para evitar que fueran a los tribunales con sus denuncias.
Las quejas describían diferentes situaciones, desde comentarios lascivos hasta llamadas telefónicas en las que el protagonista parecía masturbarse. Una vez que se difundió esta noticia, más de 50 patrocinadores retiraron sus aportaciones y las manifestaciones de protesta se reiteraron ante los cuarteles de Manhattan.
A la agitación social también contribuyó el propio presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuya conducta en no pocas ocasiones se ha comparado a la de sus dos valedores en la Fox. “No creo que Bill haya hecho nada malo, lo conozco bien”, declaró al Times. Al indicarle que algo debía haber para que O’Reilly aceptara el abono del dinero, Trump replicó según su conocida filosofía: “Yo no habría pagado”.
Queda claro que los Murdoch no comparten ese criterio. Explicaron en un comunicado que habían acordado que O’Reilly no regresara al canal. Recibirá 25 millones de dólares, el equivalente al salario de un año. Una investigación interna desveló que más mujeres habían informado sobre su conducta improcedente.
Su proyecto televisivo –ideado por Ailes y propagado por O’Reilly– daba acogida a todos aquellos que se sentían olvidados por el liberalismo predominante del resto de los medios. Si se viaja por la América profunda, la televisiones de los hoteles o de los bares (casi) siempre están conectadas con la Fox. Sin la Fox sería difícil de entender el impacto del trumpismo. Y sin O’Reilly habría sido más difícil la forja del Tea Party y la conversión de Trump de showman inmobiliario a presidente.
Gracias a O’Reilly, con Ailes detrás de escena, los demócratas se transformaron en Hollywood y la élite, mientras que, en su mundo catódico, los republicanos se erigían en defensores de la gente corriente, la que se veía abandonada por el poder de lo políticamente correcto.
La Fox, consciente de más posibles casos, pagará a O’Reilly 25 millones de dólares, el salario de un año