En tránsito hacia la madurez
Lo describió perfectamente Gabriel García Márquez: “El odio y el amor son pasiones recíprocas”. Entre el amor y el desamor hay una frontera muy difusa, al principio casi imperceptible. Es el tema que sustenta el armazón de esta ópera prima de Esteban Crespo y donde este recupera el título y amplía la temática de un cortometraje que ya dirigió en el 2005, protagonizado por Aida Folch y Alberto Ferreiro. Candidato al Oscar en el 2014 por otro celebrado corto,
Aquel no era yo, incursión muy realista en el áspero tema de los niños soldados en África, Crespo es un realizador de cortometrajes reiteradamente premiado y al que le ha supuesto un enorme esfuerzo levantar finalmente la producción de este primer largometraje. Dos debutantes, María Pedraza y Pol Monen, aportan notable credibilidad a sus respectivos personajes, objetivo nada fácil debido a los recovecos de una trama argumental cuyo minimalismo esconde las trampas y verdades que suelen rodearnos en nuestra vida cotidiana.
“Mi intención –afirma el coguionista y director Esteban Crespo– era contar una historia sobre este primer amor que se vive con tal intensidad que cuando acaba parece que llega el fin del mundo”. Laura y Carlos son estudiantes y viven de manera apasionada su primera historia de amor y sexo. Algo que preocupa a la madre de ella, Merche (Natalia Tena), separada de su primera pareja, aunque mantienen una relación aparentemente amigable. Amar ofrece todo un catálogo de mentiras de un mundo cada vez más proclive al engaño y la simulación.
También está muy presente la inmovilidad en que el móvil nos ha sumergido, en estos tiempos en que en apariencia estamos permanentemente comunicados. Como suele acontecer con películas al margen de la norma y la rutina comerciales, Amar está suscitando devoción o frialdad entre los cinéfilos. Para algunos es una película poco menos que detestable y para otros se trata de un gran desafío al cine convencional. Seamos sinceros, ni lo uno ni lo otro es verdad. Pero estamos ante una muy peculiar ópera prima, que no puede ser ignorada.