El hombre y su tiempo
Como Neruda y Jackie, de Pablo Larraín, Stefan Zweig: Adiós a Europa no es el biopic tradicional de una figura conocida, sino una aproximación a esa figura en un tiempo concreto de su vida, además de históricamente muy significativo. Aquí asistimos a los últimos años de Stefan Zweig, un Zweig exiliado de Europa y, por así decirlo, de gira americana. Empieza en 1936, en Río de Janeiro, y tras media docena de actos que incluyen Argentina y Nueva York, termina también en Brasil, en Petrópolis, en febrero de 1942, día de su suicidio. Lo privado (sus relaciones con su secretaria, con la que se casó, o con su exesposa) y lo público (actos de homenaje, entrevistas, conferencias) alternan el relato, sutil en elipsis.
Pero el interés de la película no lo monopoliza el personaje, rico en la evolución de su pensamiento (al principio, cuando se niega a descalificar Alemania, tiene fe en una Europa en paz, incluso en una Europa del futuro en la que se habrán erradicado los pasaportes, pero el rumbo de los acontecimientos pondrá en cuarentena sus certezas), sino esa lección de historia que, en off y desde América, nos ofrece la cineasta Maria Schrader con elocuencia y sin subrayados. Es el suyo, además, un trabajo de dirección excelente, fluido y vigoroso. Valdrían ya por sí solas la primera imagen (un plano general fijo de un distinguido comedor donde tendrá lugar una recepción oficial) y la última (donde el espejo de la puerta de un armario adopta inesperados puntos de vista) para demostrar que hay en Schrader estilo y elegancia.