El río resucitado
Hasta hace un par de décadas el Besòs parecía haber perdido definitivamente su condición de río para convertirse en una gran cloaca metropolitana a cielo abierto. La intervención de las administraciones públicas y una cantidad importante de recursos procedentes de los fondos europeos obraron el milagro de transformar este espacio tan degradado –el río y sus márgenes– en un pulmón verde que, poco a poco, se ha enriquecido desde el punto de vista de la biodiversidad convirtiéndose en un motivo de orgullo para municipios como Santa Coloma de Gramenet o Sant Adrià. El uso masivo de la ribera del Besòs en el tramo que va de Can Zam hasta la desembocadura está provocando, no obstante, algunos problemas vinculados al incivismo y a la difícil convivencia entre ciclistas y peatones. Se impone la necesidad de aportar un poco de orden a la gestión de un lugar felizmente resucitado pero sobre el que asoma el peligro de morir de éxito.