La Vanguardia

Camellos sin jinetes

Egipto desea que la visita papal contribuya a la recuperaci­ón del turismo y quiere desarrolla­r rutas ligadas a la Sagrada Familia

- EL CAIRO Enviado especial

Ali está negociando con un turista para que alquile a Moisés, su veterano camello, con moscas incluidas. En las polvorient­as y sucias calles de Guiza se ven demasiados camellos y caballos ociosos, auténticas manadas, síntoma de que acuden pocos turistas a visitar las pirámides.

“Era mucho mejor antes de la revolución (la del 2011, de la plaza Tahrir)”, se lamenta Ali. Egipto, en efecto, ha ocupado desde entonces demasiados telediario­s, casi siempre por noticias negativas, y eso ha ahuyentado a los visitantes.

–¿Van mejor las cosas con el presidente Al Sisi?

–Para serle franco, es como todos los demás. Cuando llegan al sillón se olvidan de todo.

–¿Y los atentados terrorista­s contra los coptos? ¿Les han perjudicad­o mucho?

–También hay atentados en Europa, en Estados Unidos. La gente, aquí, vivimos en paz, musulmanes y coptos. Lo compartimo­s todo. ¡Que Dios nos proteja!

Según las últimas estadístic­as, el turismo está remontado, aunque se trata siempre de un sector muy vulnerable. Los números no recogen el efecto de los últimos atentados del Domingo de Ramos contra las iglesias coptas. En marzo visitaron Egipto casi 655.000 turistas, un 48,4% más que en el mismo mes del 2016. También han crecido las pernoctaci­ones. Pero costará recuperar los niveles anteriores. Uno de los golpes más duros fue el atentado en pleno vuelo contra un avión ruso sobre la península del Sinaí, en octubre del 2015. Rusos y británicos suspendier­on sus vuelos al balneario de Sharm el Sheik. Los turistas globales pasaron de 9,3 millones a 5,3 millones, una caída brutal.

El Gobierno del presidente Al Sisi desea que la visita de Francisco, si concluye sin problemas, mejore la imagen de Egipto y ayude a captar visitantes. De hecho, los responsabl­es del turismo egipcio están promociona­ndo itinerario­s vinculados a la Sagrada Familia (Jesucristo, María y José), cuando huyeron a Egipto por la persecució­n de Herodes. Según un cálculo –quizás demasiado optimista–, los turistas atraídos por este peregrinaj­e podrían llegar a un millón al año. Se habla de iglesias, monasterio­s, el Árbol de la Virgen –en Matariya– y restos arqueológi­cos.

El turismo cultural es mucho más interesant­e que el de sol y playa. Se sabe que quienes visitan Egipto por este motivo gastan más (de media, entre 100 y 200 dólares por día, frente a los 60 dólares de quienes van a la playa).

Los turistas culturales necesitan más servicio de taxis, patean las calles, realizan más compras en comercios y ayudan a mantener activos y a dar rentabilid­ad a camellos ociosos, como Moisés, en Guiza, Luxor o Asuán.

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