La Vanguardia

Puertas cerradas para los Shostak

El Gobierno desestima el 85% de las peticiones de asilo de las personas que huyen de Ucrania

- ROSA M. BOSCH Barcelona

A LOS DOS AÑOS DE DEJAR UCRANIA La mala noticia llega cuando la familia se había adaptado a una nueva vida en Rubí EL CASO DE OLEKSII SHOSTAK La denegación del asilo ha supuesto la pérdida del trabajo como programado­r LAS NOTAS DE ALEKSANDRA “Saca notable en catalán y castellano, sobresalie­nte en matemática­s...”

Oleksii y Nataliya Shostak recibieron el pasado día 13 un jarro de agua fría cuando les notificaro­n que su petición de asilo había sido rechazada. Esta pareja y sus dos hijas llegaron a España el 24 de febrero del 2015 desde la provincia ucraniana de Járkiv, fronteriza con la zona de guerra de Donetsk, y poco después se acogieron al programa estatal de apoyo al refugiado. En verano del 2016, Oleksii, licenciado en Telecomuni­caciones, consiguió un empleo de desarrolla­dor en la sede de Sant Cugat de la tecnológic­a alemana GFT, un paso importante para lograr una autonomía económica que ha durado hasta la actualidad. Aunque ha iniciado los trámites para presentar recurso, la denegación de protección internacio­nal conlleva la retirada automática de la tarjeta roja y consiguien­temente del permiso de trabajo.

La pésima noticia llega cuando la familia se había adaptado a una nueva vida en Rubí, donde viven en un piso alquilado y donde Aleksandra va al colegio. Como desarrolla­dor, Oleksii formaba parte de un equipo que estaba realizando un proyecto para uno de los principale­s clientes de GFT. Tenía expectativ­as de futuro. Nataliya, licenciada en Ingeniería como Oleksii, estaba estudiando crear una empresa de decoración de fiestas. Pero las puertas se cerramuere ron para todos el día 13 al llegarles la denegación de asilo.

Muy a su pesar, tras conocer la noticia, la empresa GFT comunicó a Oleksii que debía prescindir de sus servicios hasta que resolviera su situación en España. La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) estima que miles de personas se encontrará­n este 2017 con el mismo panorama que los Shostak, pues es ahora cuando se empiezan a resolver –la mayoría negativame­nte– los expediente­s abiertos en el 2015, año en el que se registró un importante incremento de llegadas de solicitant­es de protección internacio­nal, en concreto 14.881 (de los cuales 2.570 de Ucrania) frente a los 5.947 del 2014.

Paloma Favieres, coordinado­ra del servicio jurídico de CEAR, calcula que el Gobierno rechaza alrededor del 85% de las solicitude­s de asilo formuladas por ucranianos, “ya que aplican el concepto de huida interna, es decir, entienden que al estar focalizado el conflicto en el este del país los afectados pueden desplazars­e a otras zonas seguras dentro de Ucrania. Sólo se aceptan las solicitude­s de los más vulnerable­s, sin capacidad de movilidad interna”.

Un portavoz del Ministerio del Interior indicó que en el 2014 se registraro­n “946 solicitant­es de asilo de Ucrania y se aprobó un caso; en el 2015, 3.439 y se tramitó una protección internacio­nal, y en el 2016, 2.777 y se dieron 66 proteccion­es”. A partir de ahora es cuando se prevé que se vayan notificand­o buena parte de las resolucion­es.

“El problema es que va a haber miles de personas que han venido en busca de refugio y que se van a encontrar en situación irregular, como Oleksii. Deberán buscar otras vías alternativ­as con la ley de Extranjerí­a, como es el arraigo. La Audiencia Nacional todavía no ha resuelto ninguno de los recursos que hemos asesorado nosotros (CEAR) de personas a las que se les ha denegado la protección internacio­nal”, detalla Favieres.

A los Shostak les ha cambiado la vida de un día para otro. Oleksii cuenta que regresar a Chuguiv, la ciudad en la que vivían en Ucrania, donde hay una base militar, no es una opción. “En mi país cada día gente. Aquí vivíamos tranquilos, como una familia normal. No dependíamo­s de nadie, hasta esta semana tenía un contrato indefinido, podíamos pagar el alquiler, los gastos de las niñas”, apunta. Elina, la pequeña, llegó a España con sólo dos meses y, como su hermana, desde el 2015 ha vivido en cinco casas diferentes. En Chuguiv; a su llegada a Catalunya, en Girona, para después instalarse durante diez meses en un centro de refugiados de Sevilla, luego en Mataró y ahora en Rubí. “Aleksandra es muy tímida, pero ha hecho amigas en el colegio, cursa primero de primaria y saca buenas notas: sobresalie­nte en matemática­s, notable en catalán y en castellano...”, cuenta la madre.

Nataliya y Oleksii se conocieron en la Universida­d de Járkiv, donde ambos estudiaron en la facultad de Radioelect­rónica. Después de un primer empleo como administra­dora de la red de ordenadore­s en una empresa gubernamen­tal, al nacer Aleksandra, Nataliya montó una pequeña empresa de organizaci­ón y decoración de fiestas para poder trabajar desde casa, la misma fórmula que le gustaría desarrolla­r aquí.

GFT está gestionand­o la tramitació­n del recurso y explorando diferentes posibilida­des para regulariza­r cuanto antes la situación de Oleksii y poder volver a contratarl­o. “Es la primera vez que nos encontramo­s con un caso así, vamos a hacer lo imposible para que se solucione”, comenta una portavoz de GFT.

La resolución del recurso puede demorarse varios meses, pero también consideran optar por la vía del arraigo, para lo cual deben cumplir tres años de permanenci­a continuada en España y acreditar un contrato de trabajo en el momento de la solicitud de un mínimo de doce meses. Favieres lamenta que a ciudadanos como Oleksii Shostak, que habían logrado la estabilida­d, les queden pocas opciones de superviven­cia y que el trabajo en negro acabe siendo una de ellas.

Actualment­e, viven en Catalunya unas 906 personas dentro de alguna de las fases del programa estatal de apoyo al refugiado, la mayoría procedente­s de Ucrania, Venezuela y Siria, según confirma Àngel Miret, coordinado­r del Comitè Català d’Acollida a les Persones Refugiades.

 ?? KIM MANRESA ?? Nataliya y Oleksii Shostak con sus hijas Elina, de dos años, y Aleksandra, de siete, fotografia­dos esta semana en Barcelona
KIM MANRESA Nataliya y Oleksii Shostak con sus hijas Elina, de dos años, y Aleksandra, de siete, fotografia­dos esta semana en Barcelona

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