Triple Gil de Biedma
Joan Ollé lleva al Lliure de Gràcia la vida y la obra del gran poeta barcelonés con Mario Gas, Pep Munné e Ivan Benet
Que la vida iba en serio/ uno lo empieza a comprender más tarde”. Es el inicio de No volveré a ser joven, uno de los poemas más conocidos de Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929-1990). La intensa y contradictoria vida y la imprescindible y quirúrgica obra de este poeta, y de paso la historia de España desde la Guerra Civil hasta los años ochenta, suben desde el miércoles y hasta el día 28 a las tablas del Lliure de Gràcia en Las personas del verbo. Contra Jaime Gil de Biedma. Y lo hacen con un equipo excepcional dirigido por Joan Ollé, que tiene un máster en llevar textos no teatrales al escenario, y en el que Gil de Biedma está encarnado nada menos que por tres actores que, dice Ollé, podrían a equivaler al poeta joven (Ivan Benet), adulto (Pep Munné) y póstumo (Mario Gas), o quizá más bien, señala, “al yo, el tú, el nosotros, los ellos y ellas, a las personas del verbo”, título del espectáculo y del libro en el que Gil de Biedma reunió su poesía en 1975.
Un poeta que procedía de la alta burguesía y formó parte de la gauche divine y ejerció hasta poco antes de su muerte un importante cargo empresarial: secretario general de la Compañía General de Tabacos de Filipinas, en cuyo edificio de La Rambla, ahora ocupado por el hotel 1898, se presentó ayer la obra. El sida fue el que se llevó por delante a este dandi, brillante, homosexual y repleto de contradicciones y tormenta interior. “Era una inteligencia superior, un hombre lúcido y lúdico, con un sentido del humor brutal”, dice Mario Gas, que le conoció porque estuvo a punto de hacer con él en a principios de los ochenta “una especie de Viuda alegre rara con textos suyos y de Marsé con Núria Espert y Serrat, un proyecto avalado por Narcís Serra cuando era alcalde. Las reuniones eran espatarrantes”, recuerda.
Un Gil de Biedma poliédrico que Ollé conoció con whisky y hielo: “Era una inteligencia juguetona y absoluta. Radiografió sincera y desnudamente su relación con él mismo y los otros con una poesía quirúrgica”. Y eso Ollé lo lleva a escena con “tres Jaimes complementarios”, porque para hacer la obra han “mirado mucho los cuadros de Francis Bacon, que hablan de la descomposición interna y muchos se organizan en trípticos”. “En uno de ellos, el primer cuadro es un señor vestido con camisa y corbata elegante deformado; el segundo, dos cuerpos mezclados en una cama deshecha; y el tercero una mesa de despacho vacía. Explica Miguel Dalmau que cuando Gil de Biedma lo vio en Madrid en la exposición de Bacon dijo: este soy yo, la formalidad y la destrucción. El decorado tiene reminiscencias de Bacon”.
El espectáculo, cuenta, reúne poemas, diarios y entrevistas con Gil de Biedma: “Muchos de sus poemas explican su situación personal, las relaciones de amistad y amor y la época que le tocó vivir. Estaba profundamente descontento con su homosexualidad porque hería a sus padres. El motivo fundamental de su doble vida mitad Narciso mitad Calibán, que dice, él era para no romper con la familia”, apunta. Y señala que también hay materiales de otra gente como un manifiesto de intelectuales contra Franco del año 1962 y un poema “de su amigo José Agustín Goytisolo, Bolero, que le dice a Jaime estás hecho un desastre”. La obra “sigue un orden cronológico y a través de las palabras se tira del hilo biográfico: comienza en la Guerra Civil, que pasó en Navas de la Asunción, Segovia, y acaba en la Barcelona de antes de los Juegos”. Un espectáculo muy masculino en el que la presencia de las mujeres de la vida de Gil de Biedma –desde su madre y su tata, Modesta, a dos historias de amor– viene a cargo de Judit Farrés, que ha compuesto música para los poemas y actúa y canta. Además, Joan Manuel Serrat ha hecho un regalo para la función transformando en canción No volveré a ser joven.
Ollé dice que para el montaje ha mirado a la descomposición interna de los cuadros de Bacon