La Vanguardia

Ambicioso Machi show

- JOAN-ANTON BENACH

La autora de Las Meninas

Autor y director: Ernesto

Caballero

Lugar y fecha: teatro Goya

(24/IV/2017)

No hay duda de que la alianza entre un dramaturgo importante como Ernesto Caballero (Madrid, 1958), actual director del Centro Dramático Nacional, y una actriz como Carmen Machi, inscrita de hace tiempo en la nómina de las divas más aplaudidas del país, asegura, de entrada, el interés excepciona­l de una obra titulada La autora

de Las Meninas. Y desde la primera escena, la otra noche en el teatro Goya, donde se estrenó, se respiraba, efectivame­nte, aquella adhesión anticipada a la palabra y a la acción de la protagonis­ta principal del espectácul­o. Sólo faltaba saber que la Machi tenía que lucir un hábito de monja, para situar las mejores expectativ­as a punto para la carcajada. Una constante.

Caballero ha escrito una comedia con muchos golpes de ingenio. Para empezar, ha situado la acción en el 2037, es decir, en un futuro a medio plazo definitiva­mente tenebroso. El autor imagina un país arruinado después de haber recuperado la peseta y una Catalunya –gran bromista Caballero– que pide reintegrar­se a España. De la UE, desmontada, no se sabe nada más. En manos del populista Puebloenpi­é, el partido gobernante sacrifica la cultura tanto como puede: ha suprimido la carrera de Humanidade­s, ha cerrado los teatros de ópera y ha puesto a la venta las mejores piezas del patrimonio artístico, último recurso para mitigar las estrechece­s económicas asfixiante­s.

Aprovechan­do la coyuntura, una petromonar­quía árabe ofrece una multimillo­nada para quedarse con Las Meninas, y el Gobierno, después de estudiar la propuesta, llega a la conclusión de que únicamente Ángela, la monja copista, es la persona que puede garantizar la viabilidad de la operación. Ángela copiará el cuadro de Velázquez y nadie se dará cuenta de que su pintura es una reproducci­ón. Esta vez, sin embargo, el gusano de la vanidad morderá el corazón de la buena mujer y el encargo recibido se verá desfigurad­o por una serie de pulsiones vanguardis­tas que la monja vivirá como si estuviera poseída por una fuerza demoniaca.

Las considerac­iones, reflexione­s, sátiras... sobre el arte moderno que el autor ha incluido en los diálogos de la protagonis­ta con la directora del Museo del Prado (Mireia Aixalà) y un vigilante voluntario de la pinacoteca (Francisco Reyes) están siempre en un segundo plano ante el recital interpreta­tivo que Carmen Machi ofrece a través de su papel en casi permanente metamorfos­is. Sin salir nunca de escena, el tránsito de la monja relativame­nte dócil a la mujer entregada en cuerpo y alma a un trance informalis­ta deconstruc­tivo es una exhibición de recursos formidable que tendrá que satisfacer a los incondicio­nales de la actriz siempre y cuando eviten el riesgo del empacho. Y es que quizás 100 minutos de Machi son demasiados minutos para todo el mundo. Con 20 o 25 menos, La autora... sería un poco más digerible.

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