La Vanguardia

Desde Rusia sin amor

A Räikkönen, criticado en un Ferrari al alza, le buscan relevo y un retiro ocioso

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Marc Arias, gran fotógrafo de este diario hasta ayer después de 30 años, se desespera cada vez que Kimi Räikkönen inexplicab­lemente se queda rezagado, sin poder llegar a Sebastian Vettel y los Mercedes. Como él, todos los fieles de la religión raikkonist­a. “Es una lástima porque es uno de los pilotos con mejores manos”. Pero no es suficiente. Su ocaso se precipita en la 15.ª temporada en la F-1 del último mohicano. El último piloto como los de antes.

En este inicio de curso 2017, el finlandés, 4.º en la general, ha llamado a la puerta del podio en cada carrera (4.º, 5.º, 4.º), siempre a la sombra de su compañero alemán, líder del Mundial con una victoria y dos segundos. Los 34 puntos que les separan –la mitad Kimi que Vettel– han puesto al nórdico bajo la lupa. Y es que el año que el Cavallino está en forma de una vez, en disposició­n de ganar un título que no conquista desde hace 10 años, precisamen­te con Kimi en aquella carambola imposible de São Paulo (2007), uno de sus dos jinetes cojea. Iceman da síntomas de fatiga. De hastío. Con 37 años (38 cumplirá a falta de 4 carreras), el piloto más veterano de la parrilla huele más a jubilación que a la enésima renovación. En Sochi ya han empezado a buscarle ocupación para los lunes al sol. El capo de Ferrari, Sergio Marchionne, le ha puesto la cruz.

“Quizás deberían sentarse en una mesa y hablar con él. Hoy parecía estar ocupado con otras cosas. ¿Estaba cansado?”, se preguntaba irónicamen­te Marchionne después de la carrera de Shanghái, en la que Räikkönen, sin ritmo, taponó durante 12 vueltas a Vettel y le privó de atacar a Hamilton. Al capo no le gustan los holgazanes, y la aparente falta de actitud no es el mejor aliado de Kimi para seguir vistiendo de rojo. Algo que no parece inquietar lo más mínimo al finlandés. Con su tono monocorde y la mirada de husky perdida, Räikkönen salía al paso de la pregunta italiana sobre su relación con Marchionne y su futuro. “Hasta lo que yo he hablado con él, todo está bien. Se dijeron y se escribiero­n cosas sobre mí, pero es que encuentras muchas historias sin sentido en los periódicos y en Internet. Para mí, todo está correcto. Si hay gente que no está satisfecha con mis resultados, está bien, porque yo tampoco lo estoy”, despejaba el finlandés. “Y lo que venga en el futuro, no lo sé. Siempre hay muchos rumores desde hace años”.

No le falta razón. Kimi, uno de los pocos pilotos campeones con la Scuderia en su primer año de rojo, siempre ha tenido la sombra amenazante de un sustituto. En los últimos años sonaron para relevarle Hülkenberg, Checo Pérez, Hamilton y ahora Verstappen y Ricciardo. Pero él sigue ahí, por cuarto curso seguido, y siete temporadas en sus dos etapas, sobrevivie­ndo a sus ilusos enterrador­es. De hecho, su última renovación con Ferrari, en julio pasado, por un solo curso, llegó tras una amenaza de Marchionne. “La continuida­d de Kimi dependerá de sus actuacione­s; debe demostrar que merece seguir”, dijo el presidente.

A su favor, Räikkönen tiene su experienci­a y calidad, su buena relación con Vettel, y sobre todo que el mercado está muy malo. En Italia barajan tres posibles nombres para sustituirl­e: los mencionado­s Ricciardo (a quien Vettel no querría, tras haber compartido garaje en el 2014) y Verstappen (la niña de los ojos de Mateschitz y Red Bull), y el joven Antonio Giovinazzi, fichado este año por Ferrari como tercer piloto (sustituyó a Wehrlein, en Sauber, las dos primeras carreras), muy verde para un pata negra.

De modo que la prensa italiana, tan dada al chascarril­lo y la fábula, a Kimi ya le busca actividade­s para su jubilación. Que si regentar un bar-karaoke que supuestame­nte habría abierto en Finlandia –circula un vídeo por las redes con el hombre cantando a su manera–, que si su equipo del Mundial de motocross... “No quiero cambiar mi vida. Estoy feliz con ella. Desafortun­adamente estoy bastante ocupado con un montón de cosas. No tengo interés en explicar qué hago ni dónde. ¿Si voy a bares? Sí, pero últimament­e menos, lamentable­mente. ¿Si canto? Mal, pero canto”.

Ayer, en los primeros ensayos del GP de Rusia, Kimi fue el más rápido por la mañana. Para callar bocas. O para dedicársel­o a Marc y los últimos mohicanos.

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PAVEL GOLOVKIN / AP Kimi Räikkönen, ayer, durante la segunda sesión de entrenamie­ntos en Sochi, en la que fue segundo detrás de Vettel
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