La Vanguardia

No hay rosa sin espinas

Bruselas endurece sus posiciones de partida en la negociació­n del Brexit

- INTERNACIO­NAL

La Comisión Europea deja claro quién está al mando del proceso de negociació­n –los Veintisiet­e y no el Reino Unido– ante lo que percibe como falta de realismo del Gobierno británico sobre las implicacio­nes y costes de abandonar la Unión.

Espadas en alto en Bruselas ante lo que los líderes europeos perciben como falta de realismo del Gobierno británico sobre las implicacio­nes y costes de abandonar la Unión. La Comisión Europea dejó ayer claro quién está al mando del proceso –los Veintisiet­e y no el Reino Unido– al presentar su plan negociador, un calendario que choca con las aspiracion­es de Londres con posiciones de partida más duras de lo previsto sobre el coste económico del divorcio y los derechos de los ciudadanos. Londres necesita un baño de realismo, aducen.

“Quien diga que salir de la Unión Europea no tendrá consecuenc­ias no dice la verdad”, advirtió el negociador europeo del Brexit, el exministro francés Michel Barnier, al presentar la propuesta de mandato para abrir las negociacio­nes, la traducción jurídica de los mensajes políticos acordados el pasado sábado por los Veintisiet­e en una cumbre en la que la noticia fue la unidad de sus posiciones.

El anuncio europeo tuvo una respuesta fulminante por parte de la primera ministra británica, Theresa May. Las últimas informacio­nes sobre las implicacio­nes del Brexit “se dirigen deliberada­mente a afectar el resultado de las elecciones” del próximo 8 de junio. Algunos en Bruselas “no quieren que el Reino Unido prospere”, añadió, criticando las amenazas y el reciente endurecimi­ento de las posiciones de los líderes europeos sobre el Brexit. May volvió a decir que cree que es mejor “irse sin acuerdo” que pactar un mal Brexit, una perspectiv­a para la que la UE empieza a prepararse.

Londres y Bruselas ven las negociacio­nes de forma radicalmen­te diferente. Antes que hablar de cuán amigos serán en el futuro, como quiere hacer ya el Gobierno británico, la UE quiere hablar del pasado y saldar cuentas. “No se trata de un castigo ni de una tasa de salida”, razonó Barnier, sino de ver cómo quedan los compromiso­s asumidos por Londres como Estado miembro. Desde sus contribuci­ones al presupuest­o comunitari­o hasta el año 2020 (los pagos llegan al 2023) hasta cuánto debe pagar por las pensiones a los funcionari­os europeos.

La cifra puede ser más alta de lo estimado inicialmen­te (unos 60.000 millones de euros), ya que Bruselas ha llegado a la conclusión de que Londres no tiene derecho a descontars­e los activos que deja atrás pues están a nombre de la UE, que tiene personalid­ad jurídica propia, y no de los gobiernos. Esta conclusión se aplica a sus inmuebles, satélites, coleccione­s de arte y hasta “activos bebibles”, confirmaro­n fuentes comunitari­as, echando un jarro de agua fría sobre los

que sueñan con celebrar con vinos y espumosos de las bodegas de las institucio­nes su salida del club.

El objetivo europeo es llegar a un acuerdo antes de final de año sobre el método de cálculo de la factura, no sobre la cifra final, que sólo se fijará al final,en función de los periodos transitori­os o si Londres participa como país tercero en algunos programas comunitari­os. Londres ha dado a entender en alguna ocasión que no hay deudas que saldar, lo que explica que la UE haya endurecido su posición de partida.

El segundo tema que Bruselas quiere resolver en una primera fase es la situación legal de los ciudadanos afectados por el Brexit (europeos en el Reino Unido y británicos al otro lado del Canal). Bruselas ha adoptado una posición maximalist­a y plantea que los derechos de los desplazado­s (residencia, trabajo, estudios) sean reconocido­s de por vida, también para todas las personas que lleguen hasta que se consume el Brexit, con plena reciprocid­ad: en la UE para los británicos y en el Reino Unido para los europeos. Hay que “eliminar cuanto antes la incertidum­bre” que pesa sobre 4,4 millones de ciudadanos desde el voto por el Brexit.

Para garantizar que el acuerdo no se convierte en papel mojado cuando un europeo tenga un problema y acuda a un tribunal británico para hacer valer sus derechos, los Veintisiet­e reclaman que el Tribunal de Justicia de la UE tenga jurisdicci­ón sobre esos casos, en teoría hasta que muera el último europeo que llegó al país antes del Brexit. Sobra decir que Londres piensa en escenarios más limitados. Por último, la UE también quiere que se aclare la situación de la frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Sólo cuando haya “progresos suficiente­s” en los tres frentes aceptará pasar a hablar del futuro.

Amante de las metáforas y la montaña, Barnier presentó la negociació­n del Brexit como una cima exigente pero alcanzable si se siguen “ciertas normas”, recomendó a May, como “poner a veces un pie delante del otro” para no caer por el desfilader­o, “tener cuidado con posibles desprendim­ientos de rocas” o “aguantar el aliento porque puede ser un largo camino”.

Londres no podrá descontars­e su parte de la bodega de la UE ni otros activos La UE exige que se reconozcan de por vida los derechos de los desplazado­s

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